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20 de febrero de 2024

Hombres con miedo a las Mujeres con poder

 




"Yo cuando ligo con hombres siempre digo que trabajo en Iberia. Y entonces ellos sonríen y me ven vestida de azafata sexy. Cuando terminamos de tener relaciones, y le cuento que soy la Comandante García, y que piloto un boing 747, se le pone chiquita, y después de la primera cita, desaparecen. No pueden soportarlo, me imaginan con 400 personas en mis manos aterrizando en el aeropuerto de Nueva York, y empiezan a sentir un complejo de inferioridad, que por mucho que lo intentan, no pueden con él"

Recuerdo que todas nos reímos, estábamos en un taller de mujeres reflexionando sobre por qué cuando nos enamoramos de un hombre, disimulamos para no parecer tan inteligentes, tan trabajadoras, tan luchadoras, y tan poderosas. Nos empequeñecemos para no asustar a los hombres, para parecer buenas mujeres, mujeres en las que se puede confiar. 

Invertimos mucha energía en calmar el miedo de los hombres, y para ello lo más cómodo es elevarle a él al altar, mientras nosotras nos quedamos debajo. Ellos ahi arriba también están más cómodos, porque es el lugar que han ocupado siempre. Les gusta que les admiremos y les idealicemos, porque ellos no están acostumbrados a admirar mujeres. 

Es fácil hacer la prueba: puedes preguntar a los hombres a tu alrededor cuantas mujeres escritoras admiran, cuantas deportistas, cuantas científicas, cuantas políticas, cuántas pintoras, cuántas periodistas, cuántas influencer siguen. Les cuesta mucho porque la mayoría de ellos no leen a las mujeres, no van a verlas jugar a los estadios, no siguen a mujeres importantes en redes sociales. Algunos pueden hablar de personajes históricos como Marie Curie o Isabel la Católica, pero si les pides que cite mujeres importantes que estén vivas en estos momentos, les cuesta todavía más. 

Recuerdo que el día que yo me doctoré, salió en los periódicos la noticia de que las mujeres con titulo de doctora o titulos universitarios, ligaban menos y se emparejaban menos que las mujeres sin estudios. Y me reí, pero es verdad que a lo largo de mi vida, cuando me he enamorado de un hombre, he tratado de parecer menos inteligente y poderosa de lo que soy.

Cuando tomé conciencia del tremendo miedo que tienen los hombres a las mujeres libres y a las mujeres con poder, me di cuenta de que el problema es de ellos, no mío. Yo he tenido parejas mucho más inteligentes y cultas que yo, y otras que no tenían más que los estudios básicos, y nunca me he sentido superior o inferior. Sin embargo, ellos sí se han sentido apabullados por mi nivel, y por mi papel como figura pública a la que reconocen por la calle. 

A lo largo de estos años trabajando con mujeres, he escuchado a muchas hablandome de los problemas que genera el tener un puesto más alto que sus compañeros, o el tener un salario superior al de ellos. ¿Cuáles son esos problemas? Fundamentalmente, luchas de poder. Todas las parejas tienen luchas de poder mientras intentan domesticarse mutuamente, pero cuando el enemigo es superior a ellos, los hombres patriarcales sienten una necesidad imperiosa de ponerse siempre arriba para sentir que tienen el dominio y el control de la relación.

Cuanto más inseguro es un hombre, más depende emocionalmente de su pareja, y más complejo de inferioridad y de superioridad siente con respecto a ella. 

Un hombre acomplejado suele aplicar siempre la misma estrategia de lucha, que consiste en intentar bajar la autoestima de su compañera para hacerla creer que no vale nada, y que ella no es nadie sin él.  

Esta estrategia también consiste en jugar con el ego de las mujeres: cuanto más reconocimiento y afecto necesitamos de los demás, más vulnerables somos, y más inseguras nos volvemos, porque nuestra autoestima cambia según el nivel de atención y amor que recibimos de los demás. Cuanto más alto está el ego, más baja nuestra autoestima. 

Así que muchos hombres lo que hacen es darte y quitarte ese reconocimiento y ese amor, para que te sientas tan insegura como ellos. Lo que hacen es quitarte poder para defenderse de ti: es una forma de asegurarse que no vas a utilizar tu enorme poder para aprovecharte de ellos, o para dañarlos. 

A los hombres más machistas les pasa que viven una batalla muy fuerte en su interior: por un lado odian y temen a las mujeres, por otro lado admiran a sus compañeras, pero también sienten una profunda envidia. Los hombres han sido educados para rivalizar y competir con los demás, así que cuando se emparejan no saben relacionarse de tú a tú. 

Les educan desde muy pequeños para que le tengan miedo al amor y al poder de nuestros encantos, de manera que van al amor como si fueran a la guerra. 

Ellos van armados hasta los dientes, nosotras vamos desnudas, creyendo que la pareja va a ser un paraíso en el que seremos muy felices para siempre. 

¿Qué ocurre cuando nos damos cuenta de que nuestro compañero no lleva bien nuestro poder y nuestra posición? 

Generalmente intentamos empequeñecernos y alabarlos a ellos para que se sientan mejor, pero después llega un punto en que lo que queremos es dejar de batallar, y trabajar en equipo, codo a codo, con nuestro compañero. 

Es una lucha muy larga, pues los hombres están siempre alerta defendiendo su libertad y su poder: no hay nada que les aterre más que ser un calzonazos, un hombre dominado por su mujer. Los hombres patriarcales necesitan sentirse los jefes de su familia, los que mandan y ordenan, y necesitan que los demás (mujer, hijas e hijos) respeten su autoridad y obedezcan. 

Esto ya no es posible hoy en día porque ya no son los únicos proveedores de ingresos de la familia. Ahora se necesitan dos sueldos cada mes, y ya no tienen en sus manos el poder económico. Así que no saben muy bien cómo hacer para seguir justificando su necesidad de dominar.

Esto genera mucha rabia y frustración en los hombres con miedo, y cuanto más rencor se acumula en su interior, más machacan a sus compañeras, y más problemas crean. Los hombres inseguros y machistas no pueden soportar que una mujer tenga demasiado éxito en su profesión, especialmente si tienen millones de seguidores en todo el planeta. 

¿Os imagináis lo que debe de ser vivir con mujeres como Shakira, una mujer con mucho talento y mucho dinero, que viaja durante todo el año y despierta pasiones allá donde va?

Ya lo dijo el maestro Eduardo Galeano: "El machismo es el miedo de los hombres a las mujeres sin miedo”

Son muy pocos los hombres capaces de relacionarse de una forma tierna y amorosa con mujeres poderosas, pero haberlos, haylos. 

En el mundo de las estrellas, conocemos casos de hombres que han acompañado durante años a sus compañeras sin necesidad de dominarlas y sin necesidad de hacerles sufrir. Hombres que se dedican a facilitar, no a poner obstáculos, hombres que cuidan a sus compañeras, que se encargan de la casa y de la crianza, que ponen lo mejor de sí mismos para que sus mujeres brillen y triunfen, y que apoyan en los buenos y los malos momentos, también cuando se apagan los focos y pasan de moda. 

Son minoría. 

También en la vida real existen estos hombres que no necesitan sentirse superiores a sus compañeras, que están seguros de sí mismos, confían en sus parejas, construyen relaciones basadas en el compañerismo y el apoyo mutuo, y se alegran mucho por los éxitos de la mujer con la que comparten la vida. Algunos de ellos han sido educados para relacionarse en igualdad, otros en cambio han tenido que trabajarse mucho por dentro para aprender, pero todos tienen en común que son hombres valientes que se han liberado del miedo al amor y a las mujeres. 

Solo con hombres libres y valientes se puede realmente disfrutar del sexo y del amor. 

Coral Herrera Gómez


Si tú también quieres trabajarte el miedo a las mujeres y al amor, puedes leer mi libro sobre masculinidades: 





Coral Herrera Gómez, editorial Catarata, Madrid, 2019




29 de enero de 2024

Son muy pocos hombres

 



Son muy pocos


Los hombres que no tienen miedo al amor y a las mujeres. 


Son muy pocos


Los hombres que se atreven a quitarse la armadura, a mostrarse tal cual son, a compartir su intimidad y desnudez, y a mostrar su vilnerabilidad.


Son muy pocos 

Los hombres dispuestos a quitarse la corona, abdicar del trono, renunciar a sus privilegios, y abandonar las estructuras de relación basadas en la dominación.


Son muy pocos

Los hombres que se relacionan de igual a igual y tratan a las mujeres como compañeras.


Son muy pocos

Los hombres que comparten las tareas de cuidados al cincuenta por ciento con sus parejas.


Son muy pocos

Los hombres que trabajan en su crecimiento y su desarrollo personal, y muy pocos los que se trabajan sus patriarcados para ser mejores personas.


Son muy pocos

Los hombres que piden ayuda cuando se sienten mal. Y muy pocos los que van a terapia a sanar las mutilaciones de la infancia y las heridas de las batallas de la vida.


Son muy pocos

Los hombres que saben cuidarse a sí mismos, y muy pocos los que saben cuidar sus relaciones con las personas más queridas. Y son muchos los que reciben cuidados sin darlos.


Son muy pocos

Los que se trabajan la honestidad y la sinceridad, y evitan usar el privilegio de la mentira y la doble vida.


Son muy pocos

Los hombres que aprenden a usar su poder para no abusar, y a controlar sus emociones para no hacer daño a nadie.


Son muy pocos

Los hombres que tienen autonomía total y no necesitan una criada. Y son muchos los que se aprovechan del amor de las mujeres de su vida.


Son muy pocos

Los hombres que leen y escuchan a mujeres, y los hombres que tienen referentes e ídolas femeninas. Son muy pocos los hombres que admiran a las mujeres importantes.


Son muy pocos 

Los hombres que hablan y practican la igualdad, la ternura, los buenos tratos, la responsabilidad afectiva, los cuidados mutuos y el amor del bueno.


Son muy pocos

Los que crían a sus hijos y los que les educan desde los valores y principios de los derechos humanos, la igualdad, la libertad, el respeto, la empatía, la solidaridad, el apoyo mutuo, la cooperación y el trabajo en equipo.


Son muy pocos 

Los hombres que están en contra de la explotación doméstica, sexual y reproductiva de las mujeres, y son muchos los que se benefician de ella.


Son muy pocos 

Los hombres con capacidad para la autocrítica, para respetar los límites y para aceptar las derrotas.


Son muy pocos 

Los hombres que aceptan con humildad y empatía un NO de las mujeres.


Son muy pocos

Los hombres que se atreven a hablar de sus abusos y agresiones, y a intentar reparar el daño causado.


Son muy pocos

Los hombres que se enfrentan a sus amigos o conocidos y se atreven a señalar su machismo y su misoginia.


Son muy pocos 

Los hombres que se atreven a denunciar a los colegas de profesión cuando se enteran de que han abusado o agredido a las compañeras.


Son muy pocos

Los hombres que protestan por los femicidios de cada semana y las violaciones de cada día.


Son muy pocos.


Muy pocos.


Para construir un mundo mejor, más justo y pacífico, más igualitario y amoroso, hacen falta más hombres buenos, honestos, valientes y comprometidos.


Coral Herrera Gómez 


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Los hombres que me gustan









1 de octubre de 2023

Los hombres que me gustan




Los hombres que me gustan 

No llevan traje y corbata

No usan relojes caros

No tienen coches de lujo

No son ricos ni famosos

No son hombres poderosos


Los hombres que me gustan 

No tienen cuerpos perfectos y musculados

No tienen millones pudriéndose en el banco

No son violentos ni agresivos,

No sueñan con ser presidentes, mafiosos o narcos.


Los hombres que me gustan no usan su fuerza y su poder para imponer sus deseos

No odian a las mujeres 

No se sienten superiores a ellas

No se sienten dueños de sus vidas

No buscan una sirvienta

Buscan a una compañera con la que compartir la vida y las tareas.


Los hombres que me gustan no le tienen miedo al amor ni a las mujeres, 

no le tienen miedo al sexo ni al placer femenino, 

son hombres con capacidad para dar y recibir cariño y ternura.


Los hombres que me gustan son hombres sensibles, 

honestos 

e inteligentes.


Son hombres que cuidan y 

se comprometen con las causas en las que creen, y con la gente a la que quieren.


Los hombres que me gustan son hombres que leen, estudian e investigan, 

hombres que escuchan, 

hombres que crecen y evolucionan, 

y se lo trabajan para ser mejores personas.


Los hombres que me gustan son 

los hombres que creen en la justicia social, en la igualdad, en la libertad, en los derechos humanos. 

Son hombres que crean un mundo mejor, y contribuyen desde su vida cotidiana a hacer real la utopía.

Los hombres que me gustan no se aprovechan de las mujeres más pobres para satisfacer sus deseos y cubrir sus necesidades, 

no se forran explotando a mujeres y niñas, 

no utilizan a sus parejas para liberarse de las tareas domésticas y vivir como reyes.

Los hombres que me gustan son hombres rebosantes de energía y de alegría de vivir, 

hombres que cuidan sus emociones para no sufrir y no hacer sufrir a los demás, hombres que no necesitan dominar ni someter a los demás. 

Son hombres que valoran y abrazan la vida.

Los que más me gustan son los hombres humildes y conscientes de sus límites, hombres que se revisan, se cuestionan a sí mismos, saben aceptar con deportividad las derrotas, y saben pedir ayuda cuando lo necesitan. 

Los hombres que me gustan son aquellos que disfrutan desnudando su alma, 

y saben hablar de sus emociones,

y se abren en canal ante ti, 

y pueden mostrar su vulnerabilidad sin miedo.

Son hombres leales a sus principios, hombres valientes que no obedecen los mandatos del patriarcado, que se rebelan ante los abusos de poder, que renuncian a sus privilegios masculinos porque saben que lo personal es político y que la revolución empieza dentro de uno mismo. 

Los que más me gustan son los que han tomado conciencia de que el frente de batalla de las mujeres está en la cama y en la casa. Y que si ellos cambian, los demás se contagian.

Los hombres que me gustan no niegan su racismo, se trabajan su racismo. 

Y su clasismo, su xenofobia, su machismo, su homofobia, y todas las enfermedades de transmisión social.

Los hombres que me gustan son honestos y sinceros, 

saben hacer autocrítica amorosa, 

saben cuidarse a sí mismos, 

y saben cuidar sus relaciones, también cuando se terminan.

Los hombres que me gustan me seducen con sus actos, no con discursos. Me encandilan con su forma de ser y de relacionarse, no con palabras vacías.

Los hombres que me gustan son los hombres que ya no hacen sufrir por amor a sus compañeras.

A mi me gustan y me encantan los hombres que aman y respetan la naturaleza, no se dedican a destruirla ni a destruirse a sí mismos. 

Son esos hombres que caminan descalzos, con los pies en la tierra, y a veces miran al cielo, y sueñan con un planeta sin pobreza, 

sin violencia 

y sin guerras.


Los hombres que me gustan son hombres autónomos que no necesitan criada. Son hombres que se trabajan sus patriarcados, y que se quitan la corona para aprender a relacionarse con las mujeres de igual a igual. 

Los que me gustan, son esos hombres en permanente construcción que están educando a sus hijos para que no sean como sus abuelos, y a sus hijas para que sean mujeres libres y autónomas.

Los hombres que más me gustan, sin duda alguna, son los que han comprendido la dimensión política del amor y los cuidados. 

Son esos hombres que cambian pañales, que limpian el cuarto de baño, que barren y friegan, que se intercambian recetas de cocina con los amigos. 

Son los hombres que hacen lavadoras, doblan y colocan la ropa, compran la comida, la cocinan y la sirven en la mesa. Son hombres que cuidan los espacios que habitan, y sus redes afectivas: no solo disfrutan de sus paternidades, también cuidan de sus padres, madres, hermanas y hermanos, nietos y nietas, cuidan a sus parejas, a sus amigos y amigas, y cuidan las comunidades a las que pertenecen. 

Son hombres con capacidad para reírse de sí mismos y para llorar contigo si lo necesitan. Son hombres que saben reconocer sus errores, aprender de ellos, y pedir una disculpa sincera.

Los hombres que me gustan son pocos,

pero los reconozco enseguida 

porque me miran a los ojos, 

me hablan de tú a tú, 

no me tienen miedo,

y me tratan como a una compañera.


Coral Herrera Gómez 






Coral Herrera Gómez, editorial Catarata, Madrid, 2019




Todos los libros de Coral Herrera 

29 de agosto de 2023

Los hombres necesitan su propia utopía





Las mujeres también somos patriarcales, en el mundo hay millones de mujeres machistas. La diferencia con los hombres es que nosotras tenemos un movimiento internacional y una propuesta teórica para cambiar la sociedad y mejorarla: el feminismo. 

Con el feminismo, las mujeres hacemos pedagogía y activismo social, luchamos por nuestros derechos, y creamos redes de apoyo mutuo. Gracias a la teoría feminista las mujeres podemos hacer autocrítica amorosa para tomar conciencia y liberarnos de los patriarcados que llevamos dentro, y ayudar a las demás mujeres a que se liberen también. 

Mientras que los hombres no tienen un movimiento propio para luchar contra las jerarquías, los mandatos de género, el abuso, la explotación y la violencia machista. Si los hombres se uniesen para luchar contra el patriarcado y el capitalismo, y tuviesen su propia utopía social, también podrían liberarse, hacer pedagogía y autocrítica, y podríamos trabajar juntos para construir un mundo mejor. 

Este es un pensamiento que me viene siempre que leo a los hombres que protestan porque a ellos los matan más, y es cierto: los hombres no solo nos explotan a nosotras, también se oprimen y se matan entre ellos. Pero la mayoría no logra entender que esta forma de relacionarse desde la dominación y la violencia es una estructura, y siguen creyendo que la lucha feminista es una guerra de sexos. 

Así que a los hombres aún les queda mucho camino hasta que logren comprender cómo usan su poder, cómo sufren y como ejercen el patriarcado. 

El primer paso es que entiendan que lo personal es político, y que la transformación de la sociedad es tanto individual como colectiva. Hay que empezar por uno mismo, y después juntarse con otros que estén en ello, y solo cuando sean muchos, podrán transformar la estructura con la cual nos organizamos y nos relacionamos. 

Y entonces podrán ponerle un nombre propio a su lucha, y podremos crear alianzas y caminar juntos hacia la utopía.

#movimientodeliberación #mujeres #hombres #Utopías  #masculinidades #feminismo

#MujeresEnLucha  #OtroMundoEsPosible


Coral Herrera Gómez


Más artículos de Coral sobre Masculinidades






Todos los libros de Coral Herrera 



2 de agosto de 2023

Héroes de carne y hueso: buscando referentes de masculinidades diferentes




Antes me preocupaba mucho pensar que mis hijos y mis sobrinos varones no tenían referentes masculinos de hombres ejemplares. En las pantallas solo ven a hombres poderosos y violentos haciendo todo tipo de maldades: acaparan riquezas, practican la corrupción y el tráfico de influencias, someten a mujeres, destrozan ciudades y pueblos, destruyen la naturaleza, roban, se forran con el negocio de las guerras y la prostitución, dirigen gobiernos y mafias, evaden impuestos... En el ámbito del deporte, la gran mayoría de sus dioses son multimillonarios rodeados de mujeres bellas. En los dibujos animados hay muy pocos héroes que usan su poder para hacer el Bien a la Humanidad, la mayoría solo tienen el don de aniquilar a sus enemigos, no de salvar vidas ni de mejorar la vida de la gente. 


¡No encuentro referentes de masculinidades no violentas para mi hijo!, decía yo angustiada. Hasta que me di cuenta de que yo tampoco tuve modelos de mujeres libres, inteligentes, solidarias, luchadoras en mi infancia. En las pantallas solo veía mujeres egocéntricas y narcisistas, interesadas y superficiales, obsesionadas con la belleza y el dinero, que se peleaban entre ellas por un hombre. Afortunadamente yo me crié rodeada de mujeres potentes que me inspiraron a ser quien soy hoy: mis abuelas, mis tías, las amigas de mi mamá, las vecinas, las profesoras...


Un día que estaba mi niño jugando con su abuelo y su tío Mikel pensé, ¡claro, aquí mismo están! ¡Son ellos! Mi papá, su papá, su hermano mayor, mi suegro, mi cuñado, sus tíos, mis amigos varones, mis ex parejas, mis vecinos, y los hijos de todos ellos. 

Sentí tanto alivio al darme cuenta de que Gael está rodeado de hombres que cuidan a sus parejas y a sus hijos e hijas, de hombres trabajadores, inteligentes, cultos, sensibles, que no usan ni abusan de sus privilegios de macho. 

Son hombres que leen, que cambian pañales, que cocinan, que limpian, que colaboran en las tareas comunitarias, que son honestos, que disfrutan de su paternidad, que están implicados y comprometidos con la crianza y los cuidados. Son hombres que aprenden constantemente, que transmiten a los críos sus conocimientos con ternura, que los están educando desde los valores de la igualdad, la cooperación, el apoyo mutuo, la libertad, el pensamiento crítico, los buenos tratos, la ética amorosa. 


Los hombres de mi vida sin duda tienen mucho que trabajar en sí mismos, pero precisamente por eso son un buen modelo de masculinidad para mi hijo, que es muy afortunado porque tiene en su día a día modelos de hombres en construcción en los que inspirarse y apoyarse para construir su propia identidad. 


Me alivió mucho pensar que las personas de carne y hueso con las que nos relacionamos tienen mucha más influencia e impacto que los de las pantallas. Así que hoy sé que la fórmula para que Gael sea un buen hombre y una buena persona es que viva alejado de las pantallas y pase mucho más tiempo con los hombres de mi familia y de mis tribus. Y quería compartirlo con vosotras y vosotros, que estáis criando varones, por si os ayuda.


Y quería también dar las gracias a los hombres de mi vida, por cuidar de mí y de mi hijo con tanto amor 💜


#otrasformasdeserhombresonposibles 

#crianza #niños

 #MasculinidadesNoViolentas 

#hombres #masculinidades


Coral Herrera Gómez


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31 de julio de 2023

Amor de Padre: otras formas de paternar son posibles


¿Cuánto tiempo estuvo enamorado del bebé o de la bebé?, ya sabéis, esos primeros días o semanas en las que el papá no puede separarse del bebé, no para de hacerle fotos, y lo tiene siempre cogido en brazos. 

¿Cuánto tiempo pasó junto a vosotras hasta que empezó a hacer vida normal y a vivir igual que antes de tener una criatura contigo?, 

¿cómo te sentiste cuando te diste cuenta de que tu pareja no era un compañero, y no iba a compartir contigo ni lo bueno ni lo malo de la crianza?, 

¿en qué momento comprendiste que te tocaba maternar a tu pareja y a tus hijos, y que a ti no te iba a cuidar nadie?,

 ¿cuántas mujeres a tu alrededor creyeron que la paternidad cambiaría a sus maridos y les transformaría en adultos funcionales, responsables, y maduros?

Basta con echar un vistazo a las cifras en todo el mundo de abandono parental, a las cifras de las diferencias entre hombres y mujeres que piden permisos para cuidar, y a las estadísticas sobre papás que ni siquiera pagan la pensión alimenticia de sus hijos e hijas, para darnos cuenta de que la paternidad transforma a muy pocos hombres, y que el enamoramiento hacia los bebés no sirve para que se involucren en los cuidados como por arte de magia.

Hay papás a los que el enamoramiento les dura toda la vida, y que pasan completamente volcados en la crianza y los cuidados durante toda la infancia y la adolescencia. 

Otros en cambio tardan apenas unos días o semanas en retomar sus rutinas de siempre, muchos siguen saliendo de fiesta, yendo al gimnasio, haciendo deporte, tomando algo después del trabajo, o ensayando con su grupo de música como si nada. 

Algunos dejan pasar la tarde en la barra de un bar con tal de no llegar a casa y encontrarse con el caos del hogar y con la esposa cansada y cabreada. 

Algunos se van porque sienten que les queda muy grande el papel de papá, porque se sienten atrapados en casa, porque se sienten demasiado jóvenes, y retoman su vida de antes sin preocuparse por el daño emocional que causa en las criaturas la figura del padre ausente, o del padre que va y viene, pero nunca está.

A las mujeres nos engañan con el mito de la familia feliz, y la promesa de que los hombres, al tener criaturas, se pueden convertir en amorosos compañeros, comprometidos con la tremenda tarea de educar y cuidar a uno o a varios seres humanos durante al menos veinte años de su vida.

Es cierto que hay hombres que cambian con la paternidad, pero esta transformación no es mágica: el amor hacia un bebé, por muy grande que sea, no los cambia de la noche a la mañana.

Lo único que transforma a los hombres es su responsabilidad y compromiso con los cuidados. 

Hay varones que al convertirse en papás abandonan la eterna adolescencia y aprenden a cuidarse y a cuidar a toda su familia (pareja, padres, abuelos, hijos), pero hay muchos otros que se convierten en el hijo mayor. 

Esta es la razón por la cual muchas parejas no sobreviven al primer año de vida de sus criaturas: las mujeres se acaban hartando de pedirle a sus chicos que dejen de abusar, y que se comporten como compañeros.

La sobrecarga de trabajo doméstico es hoy el principal motivo de divorcio en países como España. 

Muchas mujeres se han dado cuenta de que la única manera de dejar de trabajar gratis para su marido y para que empiece de verdad a cuidar a sus criaturas y a ser responsable con su paternidad, es separarse con custodia compartida. 

Algunos hombres lo logran, y asumen lo que les toca. Otros tiran de sustitutas (novias, madres y hermanas). Muchos de ellos (los que no han cambiado pañales ni han vigilado fiebres) optan por los dos fines de semana al mes reglamentarios, algunos no cumplen siquiera con el régimen de visitas que contempla la ley. 

Para las criaturas no hay nada más doloroso que tener cerca a un padre que no les cuida y no se cuida a sí mismo. Este sufrimiento es uno de los principales motivos por los cuales los adultos sufrimos tantas depresiones, enfermedades mentales y trastornos emocionales. 


Por eso el tema de la paternidad responsable y afectiva es tan urgente: necesitamos hombres adultos que puedan criar niños y niñas sanas, que compartan la crianza y los cuidados del hogar con nosotras, que asuman sus responsabilidades a todos los niveles (no solo el tema logístico y económico, sino también el tema emocional) 

Las mujeres estamos luchando en cada hogar contra el abuso y la explotación, todos los días de nuestra vida, y tenemos todo en contra: la sociedad sigue pensando que los hombres deben ser libres y tener tiempo para sí mismos, y las mujeres debemos estar a su servicio y al de toda la familia, con doble y triple jornada laboral si es necesario. 

Las personas más pobres del mundo son las mujeres con hijos y sin pareja, para que comprendáis la tremenda injusticia que supone que haya millones de mujeres criando solas y sin ningún tipo de ayuda.

La mayoría de la sociedad no ha tomado conciencia de que tener hijos para vivir como si no los tuvieras, es un privilegio masculino, y es violencia. Porque hace mucho daño, y destroza por dentro a seres inocentes, a veces para toda la vida. 


Pero falta poco para esta toma de conciencia, porque cada vez somos más mujeres abriendo los ojos y reclamando justicia, para nosotras y para nuestras crías. Y porque nos ayudamos entre nosotras. Y porque estamos criando niños que elegirán libre y responsablemente si quieren o no ser padres, y si deciden traer seres humanos a este mundo, serán buenos papás.

¿Comprendéis ya por qué es tan urgente que los hombres tomen conciencia y empiecen los cambios? 

La transformación que necesitamos está en el trabajo personal y colectivo que tienen que hacer los hombres con respecto al amor y a los cuidados: lo primero es renunciar a los privilegios, aprender a relacionarse en igualdad con las mujeres, y aprender a cuidarse y a cuidar a los demás. 

Lo segundo, entender que la forma de ejercer la paternidad de sus padres y abuelos era machismo puro, y que las mujeres ya no aguantamos como las abuelas o las madres.

Yo os invito a mirar hacia delante, todo está cambiando a un ritmo vertiginoso: ya no podéis seguir igual. 

No estáis condenados a repetir los mismos errores que vuestros antecesores: sois los habitantes del siglo XXI.

Otras formas de paternar son posibles 


Coral Herrera Gómez 

#paternidad #paternidades #paternidadresponsable 

#Corresponsables 

#Hombresquecuidan

#Hombres #masculinidades 

#crianza #cuidados #infancia 

#revoluciónamorosa

#revolucióndeloscuidados



7 de junio de 2023

Formación en Masculinidades: La Revolución de los Cuidados

 





¡Nueva formación! Tú eliges si quieres conferencia (2 horas) o taller (5 horas)

Imparto esta formación presencialmente (tanto en España como en América Latina), y también virtualmente (por Zoom). 

Está dirigida a hombres que quieran trabajar el tema de las masculinidades, y profesionales que estén trabajando con hombres en prevención e intervención social. 

Contenidos: 

- AUTONOMÍA

- AUTOESTIMA

- AUTOCRÍTICA AMOROSA

- AUTOCUIDADO Y BIENESTAR 

- SALUD MENTAL 

- TRABAJO PARA EL CRECIMIENTO PERSONAL 

- CUIDADOS EN PAREJA

- CUIDADOS: AMISTAD Y FAMILIA


A partir de septiembre, también estará en formato Curso Virtual, en mi escuela virtual: el espacio mixto del Laboratorio del Amor. 

Si formas parte de una organización o institución y quieres contratarme,

aquí tienes toda la información.


Coral Herrera Gómez


2 de junio de 2023

Estas son las 100 Preguntas sobre el Amor, de Coral Herrera Gómez


                                          



 ÍNDICE 100 PREGUNTAS SOBRE EL AMOR 


Introducción

 BIENVENIDA A LA REVOLUCIÓN AMOROSA


EL AMOR Y LA PAREJA 


1. ¿Qué es el amor? 

2. ¿Qué es el amor romántico? 

3. ¿Qué tiene que ver el amor con el matrimonio? 

4. ¿Por qué es tan importante el amor romántico para las mujeres? 

5. ¿Por qué nos gusta sufrir? 

6. ¿Por qué sufrimos tanto por amor? 

7. ¿Es el amor una droga? 

8. ¿Cómo nos enamoramos? 

9. ¿Cuánto tiempo dura el enamoramiento y por qué se acaba? 

10. ¿Por qué antes las parejas duraban juntas toda la vida? 



EL AMOR Y SUS MITOS 


11. ¿Existe el ‘amor verdadero’? 

12. ¿Es cierto que ‘quien bien te quiere te hará llorar’? 

13. ¿Por qué no encuentro a mi media naranja? 

14. ¿Por qué las princesas esperan y los príncipes viajan? 

15. ¿Por qué la mayor parte de las historias de amor son dramas o tragedias? 

16. ¿Por qué los finales felices siempre acaban en boda? 

17. ¿Qué tiene que ver el mito de la salvación con el del amor? 

18. ¿El amor transforma a las personas? 

19. ¿El amor lo puede todo? 

20. ¿Es lo mismo el amor que el odio? 



EL AMOR Y LA LIBERTAD 


21. ¿Puedo ser libre y tener pareja al mismo tiempo? 

22. ¿Por qué cuando tengo pareja me olvido de mí misma? 

23. ¿Cómo hacer para ser tú misma cuando te enamoras? 

24. ¿Qué pasa si mi pareja quiere controlarme y quitarme la libertad? 

25. ¿Necesitan los hombres dominar a las mujeres? 

26. ¿Por qué hay mujeres que intentan controlar a los hombres de los que se enamoran? 

27. ¿Es cierto que el amor no tiene edad? 

28. ¿Qué estrategias usamos para limitar la libertad de nuestra pareja? 

29. ¿Qué puedo hacer para que mi pareja se sienta libre a mi lado? 

30 ¿Qué hacer para que mi pareja no limite mi libertad? 



EL AMOR Y LA EXCLUSIVIDAD 


31. ¿Por qué somos monógamos e infieles? 

32. ¿Son más infieles los hombres o las mujeres? 

33. ¿Por qué siento celos y necesidad de poseer a mi pareja? 

34. ¿Cómo son las relaciones sin exclusividad? 

35. ¿Qué pasa si tengo pareja y me enamoro de otra persona? 

36. ¿Las infidelidades son violencia? 

37. ¿Qué puedo hacer para dejar de sufrir por celos? 

38. ¿Qué es el ego y por qué me hace sufrir tanto? 

39. ¿Qué pasa si alguien se siente atraído por mí y a mí no me gusta? 

40. ¿Qué pasa si mi pareja no quiere tener pareja? 

41. ¿Qué hago si sospecho que mi pareja quiere dejar la relación? 



EL AMOR Y LA IGUALDAD 


42. ¿Somos iguales las mujeres y los hombres? 

43. ¿Por qué el amor tiene que ser recíproco y los cuidados mutuos? 

44. ¿Qué relación hay entre el dinero y el matrimonio? 

45. ¿Se puede comprar el amor? 

46. ¿Por qué el amor romántico parece una guerra? 

47. ¿Cómo saber si estoy tratando mal a mi pareja? 

48. ¿Cómo sé si estoy sufriendo violencia machista? 

49. ¿Cómo nació el patriarcado y para qué? 

50. ¿Cómo ha sobrevivido tanto tiempo el patriarcado? 

51. ¿Cuándo se acaba el patriarcado? 

52. ¿Por qué no se suman los hombres a la revolución? 

53. ¿Cómo ayudar a un hombre a liberarse de su machismo? 

54. ¿Existen de verdad los hombres igualitarios? 

55. Soy un chico, ¿cómo puedo liberarme de mis patriarcados? 

56. ¿Y cómo hago si soy una mujer y también quiero liberarme de mis patriarcados? 

57. ¿Qué significa que lo personal es político? 

58. ¿Qué significa que lo romántico es político? 

59. ¿Podremos liberar algún día al amor del machismo y el patriarcado? 



EL AMOR, EL SEXO Y EL PLACER 


60. ¿El sexo también es político? 

61. ¿Por qué a los hombres les cuesta disfrutar del amor? 

62. ¿Por qué nos cuesta a las mujeres disfrutar del amor? 

63. ¿Por qué nos cuesta a las mujeres disfrutar del sexo? 

64. ¿Qué ocurre cuando las mujeres tenemos muchas ganas de sexo? 

65. ¿Qué ocurre cuando las mujeres no tenemos ganas de tener relaciones sexuales? 

66. ¿Por qué a algunos hombres les cuesta entender que ‘no es no’? 

67. ¿Son todas las mujeres respetables? 

68. ¿Se pueden separar el sexo y el amor? 

69. ¿Disfrutan más del sexo las mujeres lesbianas, bisexuales y gais? 

70. ¿Cómo disfrutar más del sexo? 

71. ¿Cuáles son mis derechos sexuales y reproductivos? 

72. ¿Por qué hay mujeres que renuncian a sus derechos cuando se emparejan? 

73. ¿Qué hacer si mi pareja no quiere usar protección cuando tenemos sexo? 

74. ¿Debo contarle a mi pareja mis anteriores relaciones sexuales? 

75. ¿Qué hacer si tengo pareja y me apetece tener relaciones sexuales con otras personas?

76. ¿El sexo oral y el sexo anal también deben ser mutuos? 

77. ¿El porno es violencia machista? 


AMAR ES CUIDAR 


78. ¿Cómo cuidarme a mí mismo? 

79. ¿Cómo cuidarme a mí misma? 

80. ¿Cómo cuidarme cuando estoy enamorada? 

81. ¿Los cuidados también son políticos? 

82. ¿Por qué es tan revolucionario el autocuidado? 

83. ¿Por qué es importante cuidar a tu gente querida cuando te enamoras? 

84. ¿Cómo cuidar mi relación de pareja? 

85. ¿Cuáles son los temas más importantes que tengo que acordar con mi pareja? 

86. ¿Qué pasos hay que seguir para crear nuestro contrato amoroso? 

87. ¿Qué hacemos si no tenemos las mismas ideas sobre el amor y la pareja?

88. ¿Cómo pelearnos sin hacernos daño? 

89. ¿Cuándo hay que poner fin a la pareja? 

90. ¿Cómo despedirme con amor? 

91. ¿Cómo vivir el duelo y superar la ruptura de una relación? 

92. ¿Cómo superar el miedo a la soledad? 


AMAR ES DISFRUTAR 


93. ¿Qué es la buena vida? 

94. ¿Qué quiere decir que otras formas de quererse son posibles? 

95. ¿Cómo sé si mi relación es de amor del bueno? 

96. ¿Qué son los ‘amores compañeros’? 

97. ¿En qué consiste la Revolución Amorosa? 

98. ¿Cómo trabajas tú en tu liberación? 

99. ¿Qué pueden hacer los chicos que quieren disfrutar del amor? 

100. ¿Qué pueden hacer las chicas que quieren disfrutar del amor?


Coral Herrera Gómez


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19 de mayo de 2023

¿Cómo aprenden los niños a tener miedo al amor y a las mujeres?

 






"Olvídala, solo traen problemas", le dice Baloo a Mogly en "El libro de la Selva" la primera vez que ve un ser humano. Y es que el ser humano es un niña, qué mala suerte. Así aprenden los niños a tener miedo al amor y a odiar a las niñas y a las mujeres, nuestra cultura está plagada de mensajes como éste, en el que los hombres adultos enseñan a los niños a protegerse con buenos consejos. 

¿Y por qué solo traen problemas? Porque son malas, caprichosas, irracionales, histéricas, interesadas, manipuladoras, retorcidas, superficiales, cursis, estúpidas, y si te enamoras de ellas, caerás bajo sus garras y te pueden destrozar el corazón, vaciar la cuenta bancaria,  quedarse con tu casa y con tu coche. O las domesticas y las sometes, o te chuparán la sangre hasta dejarte seco. 

En lugar de plantearse una hermosa amistad entre ambos niños, nos meten una escena de amor romántico. En la siguiente escena Mogly va detrás de la niña, y en sus ojos se ve que está embobado, como cuando le hipnotizó la serpiente, otra malvada hembra. Le lleva el cántaro porque ella como es una mujer y es débil y frágil, no puede cargar peso. Está esclavizado por el amor. 

El amor es cosa de niñas, y es peligroso. Por eso los mayores enseñan a los niños a defenderse de los hechizos femeninos. Y por eso los niños, para humillar a otros niños, les comparan con niñas, ¿hay algo peor en el mundo que ser una niña, o parecerse a ellas?

Desde muy pequeños los niños aprenden a construir su masculinidad rechazando a los bebés, a las niñas, y a los homosexuales. Los niños no nacen machistas, ni nacen violentos, aprenden a serlo escuchando a los mayores y a través de los cuentos, series de televisión, películas, y videojuegos. Todos están plagados de prejuicios, estereotipos, mitos y mandatos del patriarcado, para que niños y niñas aprendan los valores de la misoginia, que es el odio contra el sexo femenino, desde muy pequeños, y para que aprendan a defenderse del amor.

¿Comprendéis por qué es tan importante sensibilizar y educar en la igualdad a los futuros escritores, dibujantes, guionistas, productores, directores y productores? 

No podemos dejarles solos frente a las pantallas consumiendo mitos y estereotipos, deberían poder aprender a identificarlos y a tener herramientas para que aprendan qué es un estereotipo, para qué se usa, y a quienes beneficia que se perpetúe el machismo generación tras generación.

La única manera de acabar con la violencia contra las mujeres es una revolución cultural y educativa. 

 #RevoluciónAmorosa 

#Coeducación #estereotipos #misoginia #ViolenciaMachista

Coral Herrera Gómez


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15 de mayo de 2023

No es tu culpa, es tu responsabilidad



La primera vez que me dijeron: España es un país racista, y los españoles sois racistas y xenófobos, reaccioné igual que los hombres cuando les señalas el patriarcado: "No todos los españoles somos racistas"

E hice lo mismo que hacen los hombres cuando se sienten señalados: lo primero, explicarle a la otra persona que en todos los países hay racismo y xenofobia. Luego explicaba que mi familia es una familia de inmigrantes, que mi abuela fue una refugiada de la Guerra Civil, que tuve tíos abuelos que emigraron a América Latina, que mi compañero y mi hijo son centroamericanos, y que yo misma he sido inmigrante durante 9 años. Y cómo voy a ser racista yo si tengo amigos marroquíes y latinos, a este y al otro lado del charco.

Además, me defendía siempre contando la vez aquella que estuve encerrada durante 6 meses en una parroquia del barrio de Vallekas, en Madrid, para luchar contra la Ley de Extranjería con colectivos de inmigrantes marroquíes y latinos, para demostrar que yo no soy racista y que en España hay mucha gente que lucha por los derechos humanos de las personas migrantes. 

Sin embargo, si me paro a pensarlo bien, la estructura del Estado Español es completamente racista y xenófoba. Cuando voy a comprar fresas pienso en las jornaleras marroquíes que viven en condiciones de esclavitud trabajando bajo los plásticos, en unas condiciones inhumanas, achicharradas de calor, sometidas a la violencia sexual de sus patronos, cobrando salarios indecentes, durmiendo en chabolas sin agua potable y sin luz. 

Pienso en el horror reflejado en los rostros de observadores internacionales cuando visitan los invernaderos del Sur de España. 

Pienso en los altos muros y en las cuchillas afiladas que se clavan los niños tratando de cruzar la frontera, y pienso en las personas ahogadas en el Mediterráneo tratando de llegar a España. 

Pienso en cómo nos aprovechamos los españoles de las mujeres pobres y sin papeles que están cuidando nuestras casas, y a nuestros mayores, a nuestros niños y niñas, a nuestros maridos. 

Pienso en las miles de mujeres y niñas pobres sometidas a la esclavitud sexual en todas las carreteras del país. 

Pienso en cómo nos aprovechamos de la guerra en Ucrania para llenar nuestros campos de concentración de esclavas sexuales y para quitarles a las mujeres sus bebés a cambio de unas monedas. 

Así que entiendo que cuando alguien me dice que España es un país racista y xenófobo, me está hablando de una realidad objetiva. No me está atacando a mí, me está señalando la realidad.

¿Que puedo hacer cuando me señalan la estructura de la realidad? Puedo negarla y defenderme, o puedo:

- trabajar en mí misma todas las enfermedades de transmisión social que sufro (machismo, clasismo, xenofobia, capacitismo, edadismo, homofobia, etc) y liberarme de los mitos, los estereotipos, las creencias, y los prejuicios que me habitan.

- pensar en cómo podría hacer yo, como española, para aportar en la lucha contra el racismo y la xenofobia en mi país.

Lo mismo podrían hacer los hombres con la violencia machista: en lugar de defenderse y explicar que "no todos los hombres", podrían mirarse por dentro a ver qué les pasa y que sienten con respecto al feminismo, y ponerse a pensar en cómo aportar a la lucha contra la violencia. Para que la sociedad cambie, uno tiene que empezar por sí mismo. 

Las encuestas nos dicen que los chavales se sienten culpabilizados y cada vez más a la defensiva frente al discurso feminista. ¿Por qué prefieren negar la realidad que cambiarla?

Porque es más fácil victimizarse y defenderse, que hacer autocrítica amorosa, y ponerse manos a la obra para trabajar en sí mismos, y cambiar esa realidad. 

Es normal que muchos hombres reaccionen en contra del discurso feminista, porque sienten que pierden privilegios. Lo que no es normal es que afirmen que "los hombres nos matan más a nosotros que a vosotras", y no se pongan inmediatamente a luchar contra la violencia.

Si tan preocupados están por la violencia que sufren y que ejercen, podrían hacer lo mismo que nosotras, ir a la raíz del problema y hacerse preguntas: ¿por qué el 95% de la población reclusa mundial es masculina?, ¿cómo paramos los homicidios y los femicidios?, ¿cómo erradicamos las agresiones y las violaciones?, ¿cómo protegemos a las personas y los animales más vulnerables de tanta violencia?, ¿cómo hacemos para acabar con la desigualdad, la explotación, la violencia y el sufrimiento de la Humanidad?, ¿cuáles son mis privilegios como hombre, y como puedo hacer para no abusar ni hacer daño a las mujeres con las que me relaciono?

La responsabilidad es un concepto mucho más poderoso y transformador que la culpa. La culpa pertenece al pasado, es algo que ya está hecho y no se puede cambiar. La responsabilidad en cambio es algo que pertenece al presente, se proyecta hacia el futuro, y la ejerces en gerundio: "yo asumo que los hombres tienen un problema con la violencia, porque lo veo a diario en las noticias. Yo soy hombre, estoy tomando conciencia de mis privilegios, me estoy trabajando muchas cosas dentro de mí, y con mi ejemplo puedo ayudar a otros hombres"

Cambiar la culpa por la responsabilidad, 

y el victimismo por la autocrítica amorosa,

es la clave del cambio que necesitamos para ser mejores personas y para construir un mundo mejor.


Coral Herrera Gómez


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2 de mayo de 2023

La Revolución de los Cuidados

 


La Revolución está en los Cuidados

Acompáñame a imaginar los cambios que se producirían si los hombres se unieran masivamente al sistema de Cuidados, de la misma manera que nosotras nos incorporamos masivamente al mercado laboral en el siglo XX.

Vamos a soñar con la posibilidad de que en este siglo XXI, toda la población pueda dedicar 4 horas al trabajo remunerado, y 4 horas a las tareas de cuidados (crianza y educación de hijos e hijas, cuidados del hogar, cuidados a personas mayores adultas, mascotas y plantas, jardines y huertos, familiares dependientes por enfermedad o discapacidad, autocuidado).

 
Si le sumamos 1 hora de transporte al trabajo fuera del hogar (como máximo media hora de ida y media de vuelta), y 8 o 9 horas de sueño, nos quedarían 6 horas al día libres.

Si los hombres cuidasen, y tuviéramos ingresos y derechos humanos garantizados, los principales cambios serían estos:
-al reducir las jornadas laborales a la mitad, habría trabajo para todo el mundo (y si no hubiese empleo para todo el mundo, el Estado garantizaría que nadie se quede sin ingresos)
-nuestra salud mejoraría muchísimo, porque ahora enfermamos por el estrés y la sobrecarga de trabajo, y además la medicación que tomamos para resistirlo también nos quita años de vida.
- podríamos descansar y dormir más horas, y dedicar más tiempo al ejercicio físico, al bienestar, y al autocuidado.
- nuestra salud mental y emocional también mejoraría porque tendríamos más tiempo libre para disfrutar de nuestras pasiones y de nuestra gente querida.
- no tendríamos que ser cuidados por gente desconocida y mal pagada: nuestra gente podría cuidarnos, y nosotros podríamos cuidar a nuestra gente, porque todos tendríamos más tiempo para turnarnos en los cuidados de hijos, hijas, sobrinas, madres, padres, abuelos, amigas y vecinas.
- acabaríamos con la explotación doméstica, pues no sería necesario cargar a una mujer pobre con todo a cambio de un salario de miseria, podríamos repartirnos el trabajo doméstico y de cuidados entre todas y todos.
- la vida de nuestras niñas y niños sería mejor: podríamos dejar de medicarles y dejar de obligarles a seguir nuestro ritmo de vida infernal. Podríamos dedicarles más tiempo de calidad, así se acabarían muchos de los trastornos que sufren hoy en día por falta de atención, de cuidados y de amor.
- nuestras vidas serían mejores porque nos podríamos liberar de la prisa, de la culpa y de la angustia que nos genera hoy no tener ingresos suficientes y no tener tiempo para nada.
- las relaciones de pareja mejorarían mucho porque los cuidados serían mutuos, nos querríamos mucho más, nos pelearíamos menos, tendríamos más ganas y más tiempo para hacer el amor. Por fin podríamos amarnos en igualdad, y construir relaciones libres de abuso y explotación.
- las relaciones con los demás también mejorarían porque tendríamos mejor humor, menos rabia acumulada, y menos frustración. Al estar más contentos y relajados, trataríamos mejor a nuestra gente y a la gente desconocida.
- tendríamos más tiempo para crecer y para aprender cosas nuevas, para investigar y adquirir conocimientos, para hacer deporte, para disfrutar del arte y la cultura, para poner en marcha nuestros proyectos y emprendimientos.
- tendríamos más energía y más tiempo para disfrutar de la vida, para cuidarnos y apoyarnos entre todos y todas, para organizarnos y luchar por nuestros derechos, y para divertirnos cantando, bailando, y celebrando la vida.

Con los cuidados en el centro,

más nuestros derechos fundamentales garantizados,

más una Renta Básica Universal,

cambiaríamos de forma radical nuestras formas de relacionarnos y de organizarnos.

Es decir, cambiaríamos nuestro sistema social, político y económico, y entonces sí podríamos lograr el objetivo común de construir un mundo mejor.

¿Creéis que los hombres estarían dispuestos a unirse a la Revolución de los Cuidados?, ¿les imaginais renunciando a sus privilegios?, ¿les veis en las calles exigiendo a los gobernantes y a los empresarios tiempo y dinero para cuidar de sus padres, de sus hijos, de su hogar, de sus mascotas, y de sí mismos?

Yo si me lo imagino, para eso estoy educando a mi niño. Para que sea una persona responsable, autónoma y solidaria. Para que nunca se aproveche de sus privilegios. Para que no abuse nunca de los demás, para que se relacione en igualdad y en libertad con las mujeres, para que sepa cuidarse y cuidar a los demás. Para que sueñe y trabaje por un mundo mejor.
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#RevoluciónDeLosCuidados
#RevoluciónAmorosa
#cuidados #crianza #masculinidades #hombres
#HombresQueCuidan


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23 de abril de 2023

Los hombres que no cuidaban a las mujeres



Se van cuando te quedas embarazada porque no se sienten preparados para usar anticonceptivos no para ser padre

Se van en pleno post parto, cuando aún tienes frescos los puntos y más necesitas ayuda y apoyo emocional.

Se van también si tu bebé tiene alguna malformación, discapacidad, síndrome, o enfermedad grave.

Se van cuando enfermamos gravemente, y cuando nos dan diagnósticos de muerte.

Se van porque no quieren cuidar. 

Se van porque es muy duro vivir con personas dependientes a tu cargo.

Reciben todos los cuidados del mundo, en todas las etapas de su vida, pero  desaparecen de nuestras vidas cuando las cuidadoras tenemos problemas. 

Echad un vistazo en los hospitales, a las cárceles de adultos y de menores, ¿quienes son las que duermen junto a la cama de los pacientes?, ¿quienes son las que llevan ropa, comida, y cosas necesarias a las cárceles de hombres?,

 ¿y a las de mujeres?

Somos nosotras las que cogemos esos buses los fines de semana a lugares remotos para visitar a la gente privada de libertad, somos nosotras las que pasamos noches enteras durmiendo en una silla o en el suelo en los hospitales.

La mayoría de los hombres no siguen su relación amorosa cuando la compañera es privada de libertad. 

El abandono es cosa de hombres. 

Basta con echar un vistazo a las cifras de hogares monomarentales en todo el mundo para comprobarlo. Solo con echar un vistazo a la cantidad de demandas por pensión alimenticia os podéis hacer una idea. 

A mí me impresiona muchísimo esta cifra: las mujeres que se divorcian de su pareja con cáncer son un 2,9%, y los hombres que se divorcian de su pareja con cáncer son el 20%.

Es un dato que demuestra que los hombres reciben mucho más cuidados de los que dan. 

Y que eso de "estar juntos en lo bueno y en lo malo, en la salud y la enfermedad, hasta que la muerte nos separe", es un mandato para las mujeres, no para los hombres.

Compañeras, no se os olvide que cuando el amor no es recíproco y los cuidados no son mutuos, son abuso y explotación. 


#AbreLosOjos 

#Cuidados

#éticaamorosa 

#filosofíadeloscuidados

#elamorrománticoesunaestafa

1 de abril de 2023

Aceptar la realidad: para ser mejor persona, y para cuidar tu salud mental




Aceptar la realidad: para cuidar nuestra salud mental y emocional, y acabar con el abuso y la violencia, tenemos que trabajar mucho el arte de estar con los pies en la tierra.

Necesitamos herramientas para ser realistas, para asumir con elegancia y deportividad las derrotas, para aceptar nuestra realidad física y biológica, nuestro cuerpos y nuestro aspecto físico. 

Hay que acabar con el mito de que puedes conseguirlo todo en la vida si lo deseas mucho. 

El dinero nos permite falsear, simular, maquillar, decorar la realidad, pero no transformarla. 

Las personas que usan su dinero y su poder para que otras satisfagan sus deseos, son malas personas. ¿Por qué?

Porque nadie ha venido al mundo a servir a otros, y porque nuestros deseos y nuestros sentimientos no pueden perjudicar ni limitar los derechos de los demás. 

Tenemos que aprender a aceptar los límites de la realidad, y los que nos ponen los demás. Aprender a tolerar que nos digan "NO" y aprender a respetar las leyes que nos impiden hacer lo que nos da la gana.

No podemos usar nuestros privilegios para aprovecharnos de las personas más vulnerables. 

No es justo que vayamos por la vida creyendo que podemos hacer lo que queramos si tenemos dinero para pagarlo. 

En las personas ricas ésta actitud es obscena, y se nos antoja patológica. Pero lo cierto es que aceptar la realidad nos cuesta a todos y a todas, y que necesitamos toneladas de humildad para aceptar que lo que no puede ser, no puede ser. 

Necesitamos una educación que nos hable de los derechos humanos, y nos explique que no podemos usar a nadie para que la realidad se adapte a nuestros gustos, apetencias o necesidades. 

Tener dinero no nos hace superiores a los demás. Tener poder no significa que los demás tengan que obedecernos, sacrificarse, o servirnos. 

Hay que entrenar mucho para vivir despierta, lúcida, con los pies en el suelo, con tolerancia a la frustración, y con habilidades para asumir plenamente la realidad en cada etapa de nuestras vidas. 

Si no nos gusta la realidad, podemos pedir ayuda profesional para asumir todo aquello que no podemos aceptar.

Necesitamos aprender a aceptar los límites de la realidad, y los que nos ponen los demás.

Todos los días hay que entrenar en el arte de la humildad. 

No se puede tener todo en esta vida. 

El amor no se puede comprar. 

Los seres humanos no se pueden intercambiar, donar, regalar, prestar, alquilar, vender o comprar.

Tus deseos tienen un límite. Tu dinero no te da derecho a usar a los demás para hacer tus sueños realidad. 

No todas las estrategias que usamos para manipular la realidad son éticas, porque no está bien manipular a los demás si solo te beneficias tú. 

No está bien aprovecharte de tu poder y tus privilegios para conseguir todo lo que quieres y lo que necesitas. 

No está bien abusar de los demás sólo porque crees que son seres inferiores a tu servicio.

Sería estupendo si pudiéramos aprender todo esto en casa y en la escuela. 

Estamos hablando de nociones básicas de la ética amorosa, la salud mental, el bienestar y auto cuidado.

Estamos hablando de ser mejores personas y de construir un mundo mejor. 

Estamos hablando de igualdad, de derechos, de libertad, de justicia social.

La revolución empieza por uno mismo, por una misma: hay que ser muy valiente y muy humilde para renunciar a imponer tus deseos, y para aceptar la realidad. 

Coral Herrera Gómez


 #éticaamorosa 

#filosofíadeloscuidados 

#realidad #saludmental

#justiciasocial

#otraeducaciónesposible

#OtroMundoEsPosible


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15 de marzo de 2023

Están destrozando la vida a nuestras niñas



Los niños varones aprenden a los 5 años a divertirse viendo sufrir a animales pequeños y humillando a las niñas en el patio del colegio. 

A los 8 hacen su primera comunión, reciben su primer móvil y empiezan a ver porno. 

A los 10 ya son adictos y se masturban viendo violaciones grupales a mujeres.

A los 11 violan a una niña entre varios, lo graban y lo comparten en redes sociales.

A los 14 ponen dinero entre todos para turnarse y violar pagando. 


En Francia ya se han dado cuenta del problema y van a exigir un certificado digital para impedir el acceso de menores al porno. 


En España solo van a recibir educación sexual obligatoria los niños que violan, cuando ya es demasiado tarde. Los centros de menores están cada vez más llenos de niños con delitos por violencia sexual y violencia machista. Después de trabajar con ellos 4 años, os aseguro que la mayor parte de ellos ven la violencia como algo normal,  creen que las mujeres estamos para servirles, y que somos objetos de usar y tirar. Todos quieren salir de la cárcel pero fuera de ella actúan como carceleros: les imponen a sus novias un confinamiento bajo régimen carcelario super estricto y autoritario. Las embarazan para robarles la infancia y mantenerlas atadas al hogar y a la crianza. Nunca han oído, y no quieren oír hablar de feminismo, igualdad, libertad y derechos humanos de las mujeres. 


Las niñas se cosifican e hipersexualizan desde los 6 años, y por supuesto, también ven porno desde los 8 años, y aprenden rápido cual es su papel. A los 15 ya adoptan la estética de las actrices del porno y ya están obsesionadas con despertar el deseo sexual de los hombres porque creen que solo tienen valor si resultan sexys.


Echando un vistazo al incremento de agresiones y violaciones grupales a niñas y adolescentes, es fácil deducir que nuestra cultura y nuestro sistema educativo es un absoluto fracaso. 


Bastaría con que las personas adultas entendiéramos que las violaciones no son un asunto de deseo sexual, sino un ejercicio de poder para torturar a mujeres.


Bastaría con enseñarles en la escuela a usar su poder y a cuidar sus emociones para no hacer daño a nadie. 


Bastaría con darles herramientas para que aprendan el arte de la empatía y la solidaridad, para que aprendan a tratarnos como compañeras, para que asuman los valores y principios del Feminismo, de la Ética del Amor y la Filosofía de los Cuidados. 


Tenemos esas herramientas, y podemos evitar que nuestros hijos vean porno. No podemos seguir engañandonos y pensando que los nuestros no van a usar su teléfono para ver porno. Se saltan los controles parentales como quieren, saben mucho más de tecnología que nosotros. 

Como madre de un niño varón de 6 años siento una enorme responsabilidad. Siento que tenemos que organizarnos desde las asociaciones de madres y padres de los colegios. No es un problema personal, es un problema político. No podemos seguir mirando para otro lado.


Están destrozando la vida a nuestras niñas.


No son casos aislados, se llama patriarcado.


#feminismo #DerechosHumanos #educaciónsexual #éticadelamor #filosofíadeloscuidados

18 de febrero de 2023

El placer del poder

 



¿Qué siente un niño que corta una flor o mata una hormiga por primera vez en su vida? El placer del poder.


¿Y ese señor que camina hacia su coche despacito mientras todo el mundo espera que por fin pare esa alarma que taladra los oídos y el alma? Siente placer con las miradas suplicantes o llenas de odio de los demás. Siente el placer del poder.

¿Qué siente un vigilante que tiene una pistola en su poder y te da órdenes, te regaña, te señala lo que puedes y no puedes hacer cuando entras en el aeropuerto, en un banco o una institución? El placer del poder.

¿Qué siente la enfermera que tarda en darle el bebé recién nacido a su mamá, mientras ella suplica angustiada que le traigan a su hija? El placer del poder.

¿Qué siente una niña cuando lleva por primera vez a un perro con la correa y cuando aprende a darle órdenes? 

El placer del poder.

El placer del poder también le gusta a la secretaria que podría ayudarte porque se conoce todos los trucos de la burocracia, pero opta por no hacerlo y te dice con una sonrisa falsa que no se puede hacer nada.

El placer del poder lo siente la obrera cuando es elegida por un millonario y consigue la boda de ensueño, ser portada en la prensa rosa, y despertar la envidia de las demás.

Lo siente la niña encargada de mantener el orden en el aula mientras la profesora va al baño.

Lo siente la señora cuando su criada le suplica que le conceda un día libre para despedirse de su madre antes de morir, y ella le dice que no.

Lo siente también la mujer que capta todas las miradas con su vestido sexy al llegar a una fiesta, 

el catedrático que recibe el homenaje de su comunidad académica, 

el tuitero que logra viralizar un tuit por primera vez en su vida,

la artista que contonea sus caderas en el escenario ante los gritos enloquecidos de miles de fans.

El placer del poder lo siente asimismo el tertuliano que mete zascas y sale victorioso del combate televisivo, 

la influencer que alcanza el medio millón de seguidores, 

el tipo que es nombrado Ministro cuando lo tratan de Excelentísimo. 

También lo siente la señora que sostiene el cetro en sus manos el día que es nombrada alcaldesa de su pueblo, 

y el Edipo Rey Niño que logra que su madre y su padre se peleen y se dejen de hablar, para poder tener a su mamá para él solo. 

También lo siente la Electra cuando se corona como Reina del corazón de Papá.

El placer del poder lo experimentamos desde la más tierna infancia, cuando aprendemos a disfrutar haciendo sufrir a los animales. 

También lo sentimos cuando humillamos a niños y niñas que no se adaptan a la norma y por tanto no son "normales". 

Los niños sienten placer cuando se ríen del calvo, de la gafotas, del cojo, de la buena estudiante, del gordo, de la tartamuda, del mariquita, de la niña que lleva aparato de dientes, del hijo de inmigrantes, de la niña con pelo corto o del niño con pelo largo.

Ese placer lo siente el matón del barrio sabiendo que los demás tienen miedo de convertirse en su próximo objetivo,

lo siente también su padre contando chistes racistas, gordófobos o misóginos en la barra del bar mientras los demás aplauden.

Es un vicio este placer. 

Lo siente el soldado cuando le aplauden en los desfiles, cuando le mandan a violar niñas o a matar a personas desarmadas, 

Lo siente el presidente de una nación cuando declara la guerra a otro país y recibe millones de dólares de sus amigos para matar a sus enemigos.

El placer del poder lo siente el sicario que cumple su misión, 

el juez que se venga de las mujeres a golpe de martillo, 

el gobernante que decide los indultos, 

el empresario que gracias a sus contactos, firma un contrato millonario con el Estado.

El placer del poder es el mismo en todos y todas: 

en la oficinista que acosa a la compañera nueva porque la ve como una amenaza, 

Y en la novia recién casada que se ha llevado "al más guapo "de la Universidad y despierta la envidia de todas sus amigas con sus fotos de la boda, 

Es el mismo placer que siente la amante del "más guapo" cuando ve esas fotos, sabiendo que después de la luna de miel lo tendrá de nuevo en sus brazos. 

El placer del poder lo siente el ex novio que difunde los vídeos sexuales de la mujer que osó dejarle, para arruinar su reputación y hacerle todo el daño posible,

lo siente el padre que prohíbe a su hijo estudiar lo que le gusta de verdad, y le obliga a seguir sus pasos profesionales 

El placer del poder lo siente el profesor que por fin puede suspender a esa alumna que le cae tan mal, 

Lo siente el niño que atrapa un cangrejo y no lo devuelve al mar mientras los demás le suplican que no lo mate.

Lo siente el chaval que tortura a una vaquilla encerrada y asustada en las fiestas de su pueblo, 

y lo siente también la madre que manipula a su hija y le cortar las alas para tenerla controlada.

El mismo placer que siente el futbolista al meter el gol de la victoria en el Mundial,

o el torero cuando después de una hora de tortura, corta la oreja de un animal agonizante y recibe los aplausos de la plaza.

Este placer lo siente el rencoroso y el envidioso con el mal ajeno, 

el crítico de cine cuando se dispone a hundir una película en su próxima columna, 

el moribundo pensando en la sorpresa y la conmoción que va a causar su testamento en su familia, 

Es también el que siente la nuera cuando gana de nuevo una batalla contra la suegra. O al revés.

Lo siente el opinólogo que quiere cambiar el relato de la realidad usando un micrófono, 

lo sienten los fieles de las religiones posmodernas cuando imponen su vocabulario y su forma de nombrar las cosas, 

lo sienten los miembros de las sectas cuando captan a algún famoso o cuando alcanzan puestos de poder, 

lo sienten todos aquellos que escriben la Historia bajo sus intereses y su visión de  la realidad. 

El mismo placer que siente un cura con un cinturón en la mano viendo el terror de un niño antes de pegarle.

El mismo placer con el que el obispo manosea y desnuda a uns niña para romper su inocencia y destrozarle el alma.

El placer del poder lo sienten los chicos jóvenes cuando van juntos por la calle, ven a una mujer sola, y la acosan sexualmente. 

Cuanto más miedo y enfado muestre la chica, más placer experimentan, y más poderosos se sienten. 

Es un placer que comparten muchos machos en todo el mundo cuando someten, ningunean, menosprecian, dominan, maltratan y violan mujeres. 

El placer del poder lo siente también el joven que logró su objetivo de follar esa noche, después de recibir muchos noes, con una chica que cree que no tiene derecho a echarse atrás cuando quiera.

Ese placer lo siente el mafioso que presiona al gobernante para que le devuelva el favor, 

lo siente el pandillero que nota el miedo en los ojos de sus enemigos cuando quiere cobrarse una deuda, 

lo siente el narco cuando cierra un trato importante con la policía.

Lo siente el hombre que destroza la autoestima de su esposa durante años para machacarla, hundirla, y manipularla a su antojo. 

Lo siente el maltratador cuando su esposa por fin se suicida, 

lo siente el violador cuando ve el terror en los ojos de su víctima, 

y lo siente el femicida cuando decide castigar la desobediencia de su mujer con la muerte.

El placer del poder no es sólo cosa de personas malvadas y sin sentimientos.

El poder nos gusta a todos y a todas, pero unas personas se relacionan desde la ética amorosa, y otras carecen completamente de principios y valores.

Hay gente que acapara el poder y no tiene límite, ni escrúpulos, ni remordimiento de ningún tipo. Solo quieren ganar y ganar, acumular dinero, almacenarlo aunque se le pudra. Para acaparar hay que robarle a la gente, su energía, su tiempo o su fuerza de trabajo, y la mayor parte de la gente malvada es la que no piensa en si los medios que está usando para beneficiarse son éticos o no, si hacen daño a los demás, o no.

A nivel cotidiano, el placer del poder lo siente la adolescente que recibe mil likes por una foto posando sexy, y que cree que su valor reside en el número de seguidores que tiene, 

Lo siente la enamorada que después de mucho insistir, conquista y pone de rodillas a su amado, 

Lo siente el alumno que se convierte en profesor, y sube al estrado para ser escuchado,

Lo siente el ciudadano que se convierte en concejal, 

El cabo que se convierte en capitán, 

El señor insignificante que se convierte en presidente de la comunidad de vecinos, 

La chica de barrio el día que es nombrada directora general de la empresa,

Lo siente también la plebeya que se convierte en reina.

Y el cantante que alimenta su alma con los aplausos de sus fieles, 

Lo disfruta el guardia civil que le zampa tres multas de una vez al chaval de las rastas y los piercings,

El político que llega al poder y empieza a repartir dinero entre los suyos, 

El periodista que difunde un bulo para hundir un partido político, 

El policía que apalea y luego tortura a los jóvenes rebeldes que se manifestaban en la calle.


El placer del poder lo sentimos todos y todas en algún momento de nuestras vidas, y cada cual, según sean sus principios, maneja ese placer o esa necesidad de sentir placer como puede.

Es posible que te creas que tú no necesitas trabajarte este tema, porque generalmente no tenemos conciencia del daño que hacemos a los demás. 

 Sí, a mí me gusta también sentirme poderosa. A, todos y a todas nos gusta el placer del poder. 

Por ejemplo, cuando disfrutas pensando en los llantos de tu gente en tu funeral, 

cuando sueñas con la cara de tus rivales en la ceremonia de ese merecido premio, 

cuando te asomas al perfil de tus ex y los ves fatal, 

cuando alguien desesperado te pide dinero, 

cuando gana tu equipo de fútbol y te crees superior a los de los equipos rivales. 


Tú también sientes el placer del poder cuando enamoras a muchas mujeres o a muchos hombres y los tienes a todos a tus pies. 

Cuando tienes información valiosa y la usas con mezquindad, 

cuando vas a dar una noticia que va a dejar a los demás boquiabiertos, 

cuando usas tu dinero para tener gente devota a tu alrededor, 

cuando arruinas la carrera de alguien a golpe de click,

cuando vas rompiendo corazones y dejando cadáveres emocionales tras de ti.

Sientes ese placer cuando te sientes imprescindible en la vida de alguien,

cuando alguien se arrodilla ante ti arrepentido pidiendo perdón, 

cuando logras quebrar a esa amiga tan segura de sí misma y le haces llorar,

cuando tu perro te pide que le des de comer o le saques a mear, y le haces esperar. 

Lo sentimos todos y todas, en diversos grados y niveles: el problema es que no sabemos usar nuestro poder. No sabemos cómo medirlo, no pensamos en cómo afecta al resto, y lo peor es que nos da igual.

Además, nuestra sociedad narcisista nos hace creer que nuestros deseos son derechos, y nuestros privilegios, un salvoconducto para decir y hacer lo que nos de la gana.  

Por eso abusan y nos hacen daño, por eso abusamos y hacemos daño a los demás.

No solo sufrimos la violencia de los demás a través de su poder, también la ejercemos. Por muy abajo que estemos en la jerarquía social, siempre habrá gente debajo. 

En algún momento de nuestras vidas todos y todas tenemos poder sobre alguien, ya sea un bebé, una persona mayor, una persona enferma o con discapacidades, un animal que no puede escapar, un empleado, o cualquier persona que depende de nosotros y nosotras, económica o emocionalmente hablando.

Cuanto más poder tenemos, más queremos: sentimos placer dominando nuestro entorno, sintiendo que tenemos el control, sintiendo que somos los mejores, que somos los "buenos", que somos superiores, que tenemos la razón.

Nos encanta que nos aplaudan, que nos obedezcan, que nos halaguen, que nos admiren, que nos envidien, que nos rindan pleitesía y nos respeten por nuestro lugar en la jerarquía social. 

Es irresistible ese placer que experimentamos cuando los demás se rinden ante nuestros encantos, nuestro dinero, nuestro talento, o nuestra posición de poder.

El placer es mayor cuando te ha tocado siempre estar abajo y cambias de posición de la noche a la mañana. 

A todos y a todas nos gusta recibir alimento para el Ego, y sentirnos diferentes a los demás: nos encanta pensar que somos personas únicas y especiales, nos deleitamos sabiendo la huella que dejamos en la vida de los demás.

Es difícil no sucumbir al placer del poder cuando ponen una calle o una plaza a tu nombre, 

cuando cada domingo decenas de familias acuden fielmente a verte en el altar y a escucharte durante una o varias horas soltando sermones, 

o cuando presentas una obra artística que te convierte en un personaje histórico y te deleitas pensando que vas a ser recordado por los siglos de los siglos.

Ese placer del poder lo siente el alcalde cuando se apropia del dinero que pone la gente, y en lugar de hacer una escuela, se lo gasta en hacer una escultura en bronce de su personaje.

Lo sienten también los dueños de las multinacionales que se apropian del agua de un territorio para hacerse millonarios. 

 Tomar decisiones que afectan a millones de personas, también es un placer descomunal. Por ejemplo, los políticos de derechas que recortan en Sanidad y saben que están poniendo en peligro la vida de tanta gente. Es un placer que les recorre la espina dorsal y les provoca pequeños orgasmos: ¿hay algo más excitante en el mundo que tener vidas humanas en tu mano?

También les pone mucho recortar en Educación Pública y subvencionar la privada, sabiendo que vas a ayudar a unas pocas familias y a hacer daño a la clase obrera. Cuanto más odias a los y las trabajadoras, más placer sientes haciendo daño. A los mas sádicos les encanta hacer daño también a niños y niñas, sobre todo si son de clase obrera, ¿hay algo más placentero que arruinar su futuro desde su más tierna infancia?

También es un placer sentirte la Salvadora o el Salvador: el solucionador de problemas, el que se sacrifica por los demás, el que ayuda y saca del pozo a los demás.

El que te da consejos para mejorar, el que te ofrece soluciones mágicas para transformar tu vida, el que te consuela cuando tropiezas de nuevo, el que te guía en el camino hacia el éxito, la gloria y la eternidad.... les encanta sentir que pueden manipular e influenciar a cientos o a miles de personas.

Lo curioso del poder y sus placeres es que a veces nos toca obedecer (al jefe en la oficina), otras veces ser obedecidos (por la esposa, la empleada doméstica, o los hijos)

A veces nos toca aplaudir, otras ser aplaudidos, a veces toca soportar humillaciones, otras veces somos nosotros los que humillamos y hacemos daño. 

En un mismo día podemos estar en cualquiera de las dos posiciones varias veces.

Y aunque a la mayoría lo que nos toca es obedecer, tenemos el consuelo de que aunque no podamos mandar sobre los demás, ni manipularlos a nuestro antojo, al menos podemos formar una familia y sentirnos los reyes o las reinas de nuestro hogar. 

En casa podemos sentirnos obedecidos, importantes, necesarios, admirados, temidos, y cuidados, y esto sucede lo mismo en las familias de clase muy alta que en las de clase media, baja y muy baja. Por eso son tan vulnerables nuestras frías y nuestras mascotas: están en nuestras manos, son nuestros, podemos destrozarles la vida si queremos. 

El placer del poder es adictivo y peligroso, porque está controlado por el ego, que es insaciable y siempre quiere más. 

Más aplausos, más likes, más dinero, más fieles, más riquezas, más conquistas, más placer, más poder. 

Uno de los principales mensajes que nos lanzan en los productos culturales del patriarcado es que si somos superiores a los demás, tenemos derecho a aprovecharnos de nuestros privilegios, a abusar lo que queramos, a mandar y a manipular a los demás a nuestro antojo.  

Muy pocas personas en este mundo tienen herramientas para liberarse de sus egos, para trabajarse la humildad, para aprender a pensar en el Bien Común, para liberarse del afán de acaparar y acumular recursos, para usar el poder de forma que no perjudique ni explote a nadie. 

La mayor parte de nosotros somos educados para pensar solo en nosotros mismos, para desconfiar de los demás, y para sacar partido de cualquier situación. 

Educar a las nuevas generaciones para que aprendan a usar su poder sin hacer daño a nadie es toda una odisea, sobre todo porque los teléfonos nos crean la falsa ilusión de que podemos controlar el mundo con los dedos pulgares. 

A través de las pantallas nos sentimos libres para opinar de todos los temas, para ejercer violencia verbal creyendo que no tiene consecuencias, para participar en linchamientos públicos y para destrozar la carrera de cualquier famoso. 

Las asistentas virtuales nos hacen creer que nuestros deseos son órdenes: podemos hacer que trabajen para nosotros, podemos insultarles, mandarles callar, desactivarles. 

Podemos decir lo que queramos y no hace falta que empleemos buenos modales con ellas. Son nuestras esclavas-robot, nos buscan información, encienden la calefacción, nos ofrecen entretenimiento, nos escuchan con atención.

El placer del poder lo usan también las élites a través de la publicidad para engañarnos y para que creamos que un producto mágico nos puede convertir en auténticas diosas del Olimpo: con este desodorante tendrás a todas las mujeres a tus pies, con este pintalabios seducirás a todos los hombres de la oficina, con este coche los demás te van a tener envidia, con este reloj tan sofisticado te ganarás el respeto de los demás, con unas tetas nuevas nadie podrá resistirse a tus encantos.

La publicidad gana mucho dinero aprovechándose de la fragilidad de nuestros egos y de la necesidad de sentirnos admirados y obedecidos por los demás.

La única manera de no caer en la trampa del placer del poder es entender cómo lo usan para manipularnos, y como lo usamos nosotros para manipular y dominar a los demás. 

No es fácil liberarse de la necesidad de tener el poder y de sentir ese placer.

Pero todo en esta vida se puede trabajar.


Coral Herrera Gómez 



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