16 de octubre de 2011

Después del final feliz de la boda...



“Después del beso, la Bella Durmiente descubrió una suegra infame, un príncipe no tan azul y unos niños no tan indefensos. Es decir, la vida misma”. 
Ana María Matute




Estas son las princesitas guapas que están deseando encontrar a su príncipe azul...

Según la artista canadiense Dina Goldstein, Blancanieves no parece muy contentacon su nueva vida en palacio...




Ella es Blancanieves, cinco años después, rodeada de chiquillos mientras su príncipe azul come palomitas y ve el fútbol, ajeno al discurrir de la vida familiar...



Ella es Cenicienta, ¿recuerdan?, la dulce muchachita que iba a ser feliz con su príncipe azul en su palacio... aquí la vemos tres años después, sola, aburrida, y ahogando sus penas en el alcohol...

11 de octubre de 2011

CIME: I Congreso Iberoamericano de Masculinidades y Equidad.




Este fin de semana estuve en el CIME, en Barcelona, y disfruté muchísimo. Estar con los protagonistas de las luchas que están llevando a cabo los Hombres por la Igualdad ha sido para mí como un sueño; pasé mucho tiempo investigando su trabajo y sumergiéndome en las obras de los grandes teóricos (Luis Bonino, Enrique Gil Calvo, R.Conell, Michael Kimmel, etc.) para mi  tesis doctoral, de la que publiqué el libro de "Más allá de las etiquetas".

El Congreso fue una mezcla deliciosa entre teoría, activismo y talleres en los que se trabaja con el cuerpo y las emociones. Así que tuve la oportunidad de escuchar las exposiciones de la gente que está estudiando el tema, pero también pude revolcarme por el suelo, bailar, impregnarme de chocolate por todo el cuerpo y vendarme los ojos para experimentar ese transmundo en el que no hay mujeres ni hombres, lesbianas ni homosexuales, ni patrones estéticos llenos de prejuicios


8 de septiembre de 2011

El Arte de Amar (Tributo a Erich Fromm)








amarte, desearte, comunicarte, desnudarte, follarte, besarte,


chuparte, saborearte, quererte, pensarte, extasiarte, liberarte 


... todo acaba en "arte". Qué razón tenía Erich Fromm cuando 


escribió El Arte de Amar.










esta es una obra colectiva con los aportes de las amigas y los 


amigos de Especialista en Amores en Facebook, que me 


han obsequiado con una lluvia de ideas transoceánica, 


transcultural, transgeneracional,  intersexual, 


multicultural.... gracias a tod@s!!



https://www.facebook.com/elrincondehaika








Artículos relacionados: 





Hombres por la Igualdad





El Amor Romántico como utopía emocional de la posmodernidad



30 de agosto de 2011

"El futuro es Queer"



Vivimos en un mundo marcado por la desigualdad y las jerarquías. En Occidente, el capitalismo, la democracia y el patriarcado han impuesto la división del mundo en grupos y subgrupos con diferentes grados de poder que se diferencian entre sí por categorías abstractas como el género, el idioma, la raza, la clase socioeconómica, la religión, etc. A base de etiquetas, los humanos nos clasificamos para diferenciarnos unos de otros y establecer posiciones de superioridad e inferioridad en forma piramidal, por eso en el libro “Más allá de las etiquetas”  defiendo la idea de que el futuro no consistiría en anular las diferencias, sino tomar conciencia de que éstas nos enriquecen, integrarlas como elemento de conexión, unión e igualdad.

“Ir más allá del género puede salvarnos no sólo de las jerarquías de género, sino también de otro tipo de categorías que, más que unirnos, nos desunen”

Creo que el futuro es queer, y creo que su propuesta teórica y política de transgenerizar la realidad, ir más allá del género, puede salvarnos no sólo de las jerarquías de género, sino también de otro tipo de categorías que, más que unirnos, nos desunen. En la actualidad posmoderna se nos han venido abajo muchos esquemas que antaño parecían estructuras sólidas y que hoy no se sostienen por sí solas. No sé si algún día todos los estereotipos y roles patriarcales se vendrán abajo (tanto a nivel sociopolítico como a nivel simbólico), una vez deconstruidos teóricamente, pero sí creo que el patriarcado está diluyéndose lentamente, al menos en las estructuras sociopolíticas.

Poco a poco, la gente está escogiendo unos caminos más abiertos, plurales y móviles para ser y para relacionarse. Las identidades posmodernas son cada vez más cambiantes; pese a la americanización de la cultura (término que utiliza Romá Gubern para hablar de la globalización), creo que estamos viviendo procesos de resistencia contracultural que permiten la fusión y la hibridación de formatos, de estilos de música, de corrientes artísticas, de teorías y de géneros. Por esto creo que en el futuro las diferencias tendrán más que ver con el status socioeconómico y factores como la personalidad, los gustos y aficiones, las costumbres o la profesión.

Estamos hablando de los países desarrollados y democráticos, obviamente. Y dentro de ellos, me refiero concretamente a la pluralidad de identidades de los habitantes de las capitales del mundo, que viven en islas de posmodernidad individualista y consumistas donde el anonimato y la libertad de movimientos es mucho mayor que en el mundo rural, en el que aún prevalecen códigos de la tradición patriarcal más misógina.

Creo que sólo cuando el código negativo deje de ser lo femenino, los hombres podrán adquirir cualidades, gestos, maneras y formas de relacionarse más “femeninas” sin miedo a perder su identidad personal, pues ésta ya no estará basada tanto en la virilidad como en otros factores. Las mujeres también podremos situarnos en el estar frente al ser, es decir, cambiar nuestra orientación sexual o performatividad de género y adoptar otros roles, otras actitudes vitales intermedias, moviéndonos en ellas a nuestro antojo.

Esto liberará enormemente nuestras relaciones porque dejaremos de ser unos y otras, para fusionarnos en una especie de arroba simbólica que incluya todas las identidades en sus diferentes etapas, todas las sexualidades sean normativas o no, todas las posibilidades de ser, de darse y de relacionarse.

“En lugar de buscar nuevas formas de clasificación, tenemos que lograr deshacernos de las etiquetas y buscar en la indefinición todas las posibilidades que se nos ofrecen cuando salimos del mundo bicolor pensado en dos dimensiones”

Hasta entonces, hacer el camino consistirá en derribar todos los supuestos patriarcales que refuerzan las categorías de género y la división del mundo en dos polos opuestos. Para ello tendremos que seguir analizando los mitos de nuestra cultura patriarcal, y será necesario deconstruir los estereotipos, destripar la clave de los roles, cuestionar las ideas y los hechos dados por supuestos, y explicar la forma en que los condicionamientos patriarcales influyen en nuestra identidad, nuestra sexualidad y nuestras emociones.
Identificando el modus operandi de esta ideología hegemónica podremos poner en cuestión qué es la normalidad y qué es la desviación, a quién le interesan las jerarquías que generan desigualdad, y qué beneficios obtenemos hombres y mujeres con la eliminación de esta categoría binaria hombre-mujer de corte esencialista que no es universal, ni eficaz para explicar la complejidad humana.

En lugar de buscar nuevas formas de clasificación, lo que tenemos que lograr es deshacernos de las etiquetas y buscar en la indefinición todas las posibilidades que se nos ofrecen cuando salimos del mundo bicolor pensado en dos dimensiones. En el área de la sexualidad ocurre lo mismo: es hora de superar la genitalidad, de dejar de rendir culto al falo, de exigir eyaculaciones completas y orgasmos contabilizados… es hora de explorar el cuerpo, de ampliar el erotismo y expandirlo por toda la piel.

“Asumir que lo personal es político es reivindicar la experimentación con nuestros cuerpos e identidades; es dar paso al poder del deseo, de la imaginación y del juego, necesarios para lograr una sociedad más justa, libre e igualitaria.”

Y para ello tenemos que dejar de pensar en lo que deben de ser los hombres y las mujeres en la cama; es mucho más divertido intercambiar roles, rebasar los límites impuestos, dejar de diferenciar entre amor y sexo, incluir la ternura en la aventura ocasional, atrevernos a expresar emociones, aunque el patriarcado nos diga que unos no lloran y las otras son de lágrima fácil.

Las identidades y los cuerpos han de poder ser explorados fuera de las cadenas del mundo bidimensional que contempla la realidad en blanco y negro.

Atreverse a superar las categorías ontológicas que nos definen y nos otorgan un papel concreto en la sociedad supone poder reinventarse las veces que un@ quiera, y ampliar el horizonte mental para poder abarcar el mundo sin prejuicios y sin miedos, de una manera mucho más enriquecedora y compleja que hasta ahora.

Si vamos a conseguirlo o si el patriarcado seguirá inscrito en nuestros cuerpos, manejando nuestras emociones y deseo, coleteando unos siglos más, es algo que no sabemos; pero tenemos que ponernos ya a la tarea para dejar atrás el pasado y dar paso a lo nuevo, a través del afán revolucionario y la alegría de vivir.

Asumir que lo personal es político es reivindicar la experimentación con nuestros cuerpos e identidades; es dar paso al poder del deseo, de la imaginación y del juego, necesarios para lograr una sociedad más justa, libre e igualitaria. Las etiquetas impuestas desde arriba no son sino expresiones del miedo de la sociedad a lo diferente y al caos; por eso frente a la rigidez de la definición proponemos la flexibilidad de lo ambiguo, la aventura de la incertidumbre, y la necesidad del cambio.

El camino es la búsqueda: el ser humano es un ser que busca la aventura y la novedad, que le encanta hacer frente a los desafíos, que lucha por mejorar sus condiciones de vida, que necesita escapar de la prisión del presente a base de multiplicar realidades en una suma enriquecedora y no excluyente.

Dejémonos, pues, llevar por nuestra naturaleza deseante y nuestro insaciable afán de aventuras y retos para probar nuevas formas de ser, de quererse, de estar en acción. Yendo un poco más allá de las normas, rompiendo verdades dadas por supuesto, explorando nuevos caminos, deshaciéndonos de las etiquetas…


Coral Herrera Gómez

Artículo publicado en Pikara Magazin el 11 de Abril de 2011: http://www.pikaramagazine.com/?p=2775


Para leerlo en francés: "El futur est queer",
 trad. Babeth Genais.

24 de agosto de 2011

Amores Sin Sexo







“En las contradicciones de la sociedad individualizada, la relación con el otro género se convierte muchas veces en motivo de dolores y heridas. Para cuidar la economía del presupuesto psíquico los hombres y las mujeres empiezan a desarrollar estrategias para disminuir el riesgo, o sea, formas de comportamiento que incorporan intentos de autoprotección. Señales evidentes de ello se observan en gente que tiene miedo a comprometerse, y sostienen una desconfianza frente a cualquier forma de vincularse, 
pues quien de entrada no quiere concebir grandes esperanzas no sufrirá grandes decepciones” 
(Elisabeth y Ulrick Beck)



Las relaciones amorosas sin sexo son estrategias para sobrevivir en un mundo individualista en el que todo el mundo se organiza de dos en dos. La pareja heterosexual tradicional es el modelo que la mayor parte de la gente sigue, de modo que los y las que no tienen pareja acuden a los eventos sociales y su soledad se hace más evidente, sea o no elegida.  En los actos sociales, bodas, entregas de premios, cenas de navidad, comidas familiares etc. la soltería se nota porque los espacios y la estructura del evento están hechos para las parejas heterosexuales: todos se sientan junto a la pareja, y lo que se hace es tratar de juntar a los solteros a ver si abandonan su cruel condición.

En este mundo de dos a dos, sin embargo, es cada vez más común que establezcamos alianzas de cariño y ayuda mutua para hacer frente a la soledad con personas con las que no establecemos vínculos eróticos, sino afectivos. Gente a la que queremos, con la que nos gusta compartir nuestro tiempo, con la que tenemos una relación sincera y profunda. Puede ser un ex novio, una cibernovia, un amigo homosexual, una compañera de trabajo, un futuro amante, un grupo de gente de tu infancia.


1 de julio de 2011

QUEER LOVE MANIFESTO







1. Queer Love is a process to enjoy, not a goal to be reached.

2. Queer Lovers deny the traditional love stories that sell promises of everlasting happiness, and want to finish with the exclusivity over cocks, pussies and hearts of the people.

3. Queer lovers reject the tyranny of the orgasm and expand to the entire body eroticism without being stuck in the genitals, enhancing the sensitivity of all parties, discovering new ways of sex beyond the genital pleasure.

4. Queer lovers do not desire eternity and we don’t fall in the trauma of divorce, because we enjoy the stories until they are finished. We feel happy to live them, because we don’t feel we have lost anything or anyone "forever."

5.  Queer lovers reject the hell of forced cohabitation, and we don´t idealize people, we like people as they are. We don’t believe in the monogamous heterosexual reproductive model imposed on us by the cultural industries through the audiovisual stories.

That is because queer lovers do not suffer frustration about romantic love; we love to enjoy life, sex and emotions with people of flesh and bone.

6.  Queer Love advocates relationships based on freedom and the autonomy of the lovers. We try to break with the traditional division of gender roles and we don’t share the tasks by an unequal and unfair way.

7.  Everyone has the right to live their performances of love created between two or more people to live a fictional illusion through the body and eroticism. We can also live virtual love, impossible or platonic loves, at the age we want and with whom we please.

8. The Queer love advocate a society where eroticism is free of emotional and physical repression, and where all the people can engage in freedom and the way they like. That's why every queer love is different, as there are so many people that don’t fits in the normal straight, homophobic, misogynist and oriented to reproduction model.

9. Queer lovers are people of the suburbs, but we do not exclude anyone. Queer movement includes men, women, intersex, transgender, transvestites, queers dykes, prostitutes, hustlers, blacks, Latin’s, heterosexual people… Because on queer fits all ages and socioeconomic classes, all tastes, all races and religions without any way of discrimination.


10.   Queer Love is bisex, trisex and extends to infinity. It doesn´t categorize the traditional sexual orientation (gay, straight, bisexual), because it doesn´t understand the relationships as only "about two", so queer lovers don´t divide humanity into two opposite genders (women/men), because of the amount of degrees of intensity that postmodern identities have, and the amount of masks and theatric performances that we are able to perform on the same day.

11. Queer loves also include asexual people, single, promiscuous, addicted and no appetite people; freaks, rare people, minorities of any kind, or anyone who is curious to broaden horizons in their mind, emotions, body, and sexuality.

12.  Queer Love does not exclude the sex of the mind, neither the feeling from sex. Queer relationships do not divide the population into people with whom they fuck or people they could love, because everyone is fuckable and loveable. 


Queer lovers assume our contradictions and do not distinguish between body and soul, mind and emotion, but live it as a whole, accepting and enriching the complexity of feelings and human desire.

13. Queer Love explores power relations taking them to the sex play, and liberates love from the binary categories Sumsion-domination. Queer relationships are intended to be equal because in a queer future, no one will be higher when the discriminatory ratings disappear. 
Sadomasoquism will be only a roleplay to enjoy sex.

14.  Loves Queer reject the necessity as the base for a relationship, and denounce the mutual dependence (emotional and financial) that holds the patriarchal love system. It’s prettier to love from the free desire that being together because one have signed a formal contract.

15.  Queer Love believes that Church, Treasury or the State mustn´t continue to have power over the private life of people, over our sexuality and feelings. Lovers do not need blessings, but freedom to come and go, love and share, without ties that turn commitments into prisons.

16. The queers do not discriminate anyone because of their height , or smallness, thinness, obesity, or their wrinkles, imperfections, its deformations… the queer love is freed from the tyranny of the beauty and the fascism cult of body .

17.  Queer Love denounces the hypocrisy of bourgeois romanticism about female fidelity and male promiscuity, adultery and prostitution as a way to escape the boredom of marriage.

18.  Sexual and affective relations must move away from selfishness intrinsic to the capitalist and democratic system, based on the desire to possess bodies and minds of others. 


People have to free ourselves of loyalty as a requirement to live an affair with someone. We have to stop consider the others as objects made for our enjoyment.

19.  The queer loves are dynamic, alive, in constant movement. Our feelings are not subject to taboos, prohibitions, rigid rules, so is more free. The queer love is away from the lies and betrayal, of guilty and repression because they do not need them to relate to free people.

20.  The queer loves do not need, either, love traditional structures. We are working to create new, open and flexible love structures, where people can spend more energy to enjoy and less to dream with impossible princesses and princes. The adventure of inventing new ways is exciting queer, because each one live their own affair in the way we want. 


Queer positive feelings get feedback themselves, do not die, because they aren`t concentrated, but spread and multiply. We don´t hate and we don´t destroy our love, because we are always regenerating, sharing, creating networks, combining chemicals, insatiably.

Coral Herrera Gómez



To Judy Jack Hallberstam, with queer love ;)

22 de junio de 2011

El romanticismo patriarcal en el cine dirigido por mujeres


De 2011-06-22





Hoy sale a la luz el libro: "25 años de cine. Muestra Internacional de Cine y Mujeres de Pamplona", publicado por Ilpes Elkartean Navarra, una Fundación de carácter cultural que organiza anualmente la Muestra Internacional de Cine y Mujeres. 


Para conmemorar su 25 aniversario han lanzado un libro digital y colaboro en él con un artículo titulado: 
"El Romanticismo patriarcal en el cine dirigido por mujeres", en el que analizo los mitos románticos de varias películas: 





• ‘Mi Vida Sin Mí’ (‘My Life Without me’), Isabel Coixet, 2003.
• ‘Te doy mis ojos’, Icíar Bollaín, 2003.
• ‘Siete mesas de billar francés’, Gracia Querejeta, 2007.
• ‘Para que no me olvides’ Patricia Ferreira, 2005.
‘Romance X’, Catherine Breillat, 1999.
• ‘El Piano’, Jane Campion, 1993.
• ‘Lost In Translation’, Sofia Coppola, 2003.


Podeis descargaros gratis el libro en esta web: 


http://www.muestracineymujeres.org/


Espero que lo disfrutéis. 


NOTICIAS: 




El libro fue presentado por Laura Seara, directora del Instituto de la Mujer.

DIARIO DE NAVARRA: 


http://www.noticiasdenavarra.es/2011/06/23/ocio-y-cultura/cultura/ipes-publica-un-libro-digital-que-visibiliza-la-labor-de-las-directoras-de-cine

AMECO PRESS:

http://www.amecopress.net/spip.php?article7236

El Mito de la Heterosexualidad y el Mito de la Monogamia.







San José, Costa Rica, 20 al 24 de junio de 2011

CONGRESO GEFEDI:

DIVERSIDADES Y DERECHOS HUMANOS

FORO: Identidades y Sexualidades diversas

Modera: Paula Sequeira Rovira
Académica, Instituto de Estudios de la Mujer, UNA

Panelistas:
•    Gloria Careaga Pérez, Universidad Nacional Autónoma de México
•    Coral Herrera Gómez, Universidad Carlos III de Madrid
•    Berenice Bento, Universidade Federal Do Rio Grande Do Norte, Brasil
•    Gabriel Gallego Montes, Universidad de Caldas, Colombia

Miércoles 22, de 14:30 a 16:30



6 de mayo de 2011

Entrevistas en Costa Rica

Hoy quería compartir con ustedes entrevistas que me han hecho en tres medios de comunicación costarricenses: 


La primera es en Radio Internacional Feminista, por Andrea Alvarado (5/5/2011): 


http://www.radiofeminista.net/index.php/es/noticias-todas/acciones-movilizaciones-logros-desafios/387-coral-herrera-siempre-se-nos-vende-el-mito-del-amor-idealizado.html#addcomments



La segunda es en "Desayunos" de Radio Universidad con dos politólogos de la UCR (11/05/2011): 




http://radiosucr.com/Img/univer/institucional/podcasts/1000_%2011%20de%20Mayo%20de%202011%20%20DESAYUNOS.MP3




Y también me entrevistaron en el programa "Treinta y tantos" (4/5/2011), en Radio 94-7:


pueden escucharla pinchando en este enlace: 

3 de mayo de 2011

El amor romántico desde una perspectiva científica. ¿Por qué y para qué estudiar el amor?



Cuando llegó el momento de decirle a mi director de tesis, Gérard Imbert, el tema sobre el que quería investigar, pasé dos semanas sin atreverme a hablar con él y preparando mi discurso para convencerlo. Él mismo me dijo, "piensa bien el tema porque tu vida va a girar en torno a él durante años; así que lo mejor es que sea algo que te apasione".

Yo ya sabía lo que me apasionaba, pero no sabía como planteárselo. Desde niña me han fascinado las relaciones amorosas humanas, y cuando comencé a experimentar todos los síntomas del romanticismo, en la adolescencia, mi interés por el tema aumentó. Siempre me gustó mirar a los adultos, oírles hablar, escuchar historias de  vida, y analizar mis propios sentimientos y reacciones.

Con las amigas y amigos pasé años hablando sobre el amor, sus mitos y la forma en cómo nuestro cuerpo, nuestras ideas, nuestro comportamiento, están determinados por las emociones, y cómo esas emociones, a su vez, están determinadas por mandatos sociales y modelos culturales, debidamente idealizados.

Mi idea era estudiar el amor desde un enfoque multidisciplinar, porque buscando en las bibliotecas me encontraba con libros sobre el amor desde una perspectiva literaria, o antropológica, o biológica, o histórica, pero no encontraba un libro que uniese todas esas perspectivas, y pensé en escribirlo yo, añadiéndole por supuesto el enfoque de género.

No me costó mucho convencer a Gerárd porque él es un hombre de horizontes abiertos,  aventurero, que le gusta desentrañar las profundidades de las emociones humanas y  analizar cómo se plasman en el cine y en los productos culturales de masas. Para mí fue súper importante su apoyo porque no quería estudiar otra cosa que este tema, dado que mi curiosidad se remonta a los principios de mi infancia, dado que necesitaba también comprender lo que nos pasa cuando nos enamoramos, saber de dónde viene esa forma de amar, y sobre todo, saber por qué amamos de esta manera y no de otra.




mi tesis doctoral, de 850 páginas


Entonces me puse a analizar ese proceso, y el modo en cómo se construye socioculturalmente el amor; pero también cómo esta construcción influye significativamente en las estructuras económicas y políticas de la sociedad occidental.

Sin embargo, mi trabajo de investigación no hubiera sido posible si, a lo largo del siglo XX, no se hubiese dado el gran debate epistemológico que destronó al cientifismo empirista y gracias al cual surgieron investigaciones que demostraron la hipervirilidad de la Ciencia occidental, y su sesgo androcéntrico. Los principales protagonistas de este debate fueron los pensadores de la Teoría Crítica liderada por la Escuela de Frankfurt en los años 30, el Postestructuralismo, la Sociología del Conocimiento y la Teoría Feminista, que sacaron a la luz teorías y científicos (sobre todo científicas) marginados por la Ciencia, cuestionándose así numerosas verdades dadas por supuestas. 

Esta tarea deconstructiva demostró que lo que se consideraba Ciencia Universal era sencillamente una actividad ejercida por hombres blancos, occidentales, y en su mayor parte de clase media. También se puso de relieve el hecho de que la mayor parte de sus investigaciones estaban impregnadas de intereses ideológicos, económicos, sociales y políticos. Se quiso derribar, así, el mito del cientifismo como verdad universal y el mito del científico como un robot objetivo sin emociones, sin condicionamientos culturales, sin intereses personales. Fue entonces cuando se reveló la dimensión hipermasculina de la Ciencia, que había marginado durante siglos a la mujer como sujeto y como objeto de estudio científico.

Gracias a este debate y a este proceso deconstruccionista, la Ciencia vio cuestionada profundamente la pretensión de validez universal y de neutralidad de la que había hecho gala  desde el siglo XVII. Las principales consecuencias de este debate fueron la ampliación de los límites del conocimiento y el surgimiento de nuevas áreas de investigación científica. Este hecho posibilita, en la actualidad, adentrarse en espacios del conocimiento que no han sido considerados, hasta hoy, dignos de ser estudiados, como es el caso del amor romántico. Gracias a la lucha feminista contra el sistema patriarcal, además, he podido ir a la Universidad; si hubiese nacido en otra época no podría haber estudiado si quiera; ni este tema, ni cualquier otro.


Hoy se acepta comúnmente que todos estamos influidos por la cultura en la que nos hemos criado, por el género al que se nos adscribió al nacer, por la educación que recibimos y las instituciones sociales, la religión, nuestro estatus social y económico, además de nuestras propias aspiraciones personales y  experiencias vitales, que conforman nuestra identidad. Por ello, ningún científico, institución científica o investigación empirista puede hoy declararse objetivo o neutral. De hecho, se considera más honesto que los y las profesionales de la Ciencia admitan en sus investigaciones el punto del que parten, y tengan en cuenta a la hora de elaborar sus teorías e hipótesis la perspectiva personal desde la que ejercen la actividad del conocimiento, para así diferenciar sus propios condicionamientos culturales y personales del objeto de estudio. Es decir, admitir la inevitable subjetividad que impregna cualquier actividad humana en el área del conocimiento científico, dejando atrás mitologías científicas antes nunca cuestionadas.



El trabajo de documentación no fue tarea fácil, dado que no existe mucha bibliografía científica debido a la marginación de las emociones como objeto de estudio. Para Carlos García Yela (2002), es muy significativa la gran diferencia existente en cuanto a volumen de investigación entre el amor y otros temas “que quizá sean menos relevantes en la vida del hombre, como por ejemplo, el reflejo salivar condicionado”.

La Antropología ha estudiado temas como la familia, el parentesco, el matrimonio, el comportamiento sexual, los ritos vinculadores, el apego, el beso y las conductas altruistas, pero no específicamente el amor romántico, considerado generalmente como una peculiaridad exclusiva de las civilizaciones occidentales.

 La Sociología se ha centrado en el análisis del matrimonio (y la satisfacción en el mismo) como unidad básica de la estructura social y sólo en contadas ocasiones ha concedido suficiente atención a la importancia estructural del amor y las creencias románticas en nuestra sociedad.

En el campo de la Historia, destacan las obras de algunos historiadores sobre el matrimonio (Westermarck, 1926) y la pasión (De Rougemont, 1939).

En el campo de las ciencias sociales, el interés por las emociones también se ha visto incrementado a medida que avanzaba el siglo XX.

Ortega y Gasset (1941) se quejaba de que el tema del amor no fuese objeto de investigación científica o filosófica: 

“Si un médico habla sobre la digestión, las gentes escuchan con modestia y curiosidad. Pero si un psicólogo habla del amor, todos le oyen con desdén, mejor dicho, no le oyen, no llega a enterarse de lo que enuncia, porque todos se creen doctores en la materia. En pocas cosas aparece tan de manifiesto la estupidez habitual de las gentes. ¡Como si el amor no fuera, a la postre, un tema teórico del mismo linaje que los demás, y por tanto, hermético para quien no se acerque a él con agudos instrumentos intelectuales!”.

 Leo Buscaglia, también opina que es ridículo que el Eros, una fuerza de la vida tan poderosa, sea ignorada, no investigada y condenada por los científicos sociales, “que en cambio, sí se ocupan mucho de esa otra fuerza llamada sexo, cuando originariamente y en rigor etimológico se trata del mismo fenómeno”.

Defendiendo la idea de que el amor es un gran tema a tratar por todas las áreas científicas, Carlos Yela afirma que es frecuente entre los intelectuales la queja sobre la enorme distancia  existente entre el progreso tecnológico y el progreso de las relaciones humanas: “el estudio riguroso, sistemático y empírico del amor podría ser una vía que contribuyera a salvar esa abismal y lamentable diferencia”. 

La Psicología Social comienza a tratar el tema en 1964. Secord y Backman incorporan en su manual de la disciplina un capítulo sobre atracción interpersonal donde se incluían unas breves consideraciones sobre el amor. Un año más tarde, Aronson y Linder (1965) divulgan su clásica “ley” sobre la atracción interpersonal. Poco después, Bloom (1967) publicará un artículo sobre el concepto de amor y las tipologías amorosas, todo ello en revistas propias de la Psicología Social. A mediados de los años 70, el análisis científico del amor se va paulatinamente desmarcando del área de la atracción interpersonal, al tiempo que surge una verdadera explosión y auge de las investigaciones: centenares de artículos, decenas de volúmenes monográficos y manuales, cursos, seminarios, congresos, etc., e incluso alguna revista especializada, como el Journal of Social and Personal Relationships, donde buena parte de los artículos publicados se centran en el amor o en temas muy afines.


En los años 90 el tema se convirtió, según Yela García (2002), en un punto de referencia obligado de la Psicología Social. La publicación de monografías sobre el tema continúa aumentando cada año, muchos de ellos de orientación psicodinámica (Gabbard, 1996), otros muchos desde la Psicología Feminista.

En España, hasta los años 80, la producción intelectual sobre el amor ha sido bastante limitada. En los años 70 Josep Vicent Marqués edita un número especial en El Viejo Topo sobre el amor (extra número 17), con colaboraciones de Paolo Fabretti o Christian Delacampagne, en el que se habla del amor sobre todo como un instrumento de control social que sirve para perpetuar el patriarcado y la familia tradicional nuclear.

En 1982, la Revista de Occidente publica un número monográfico sobre el amor. En 1986, sucede lo mismo con los Cuadernos de Historia 16. En los 90 se publican artículos firmados por profesores universitarios (ej: Ochoa y Vázquez, 1991; Sangrador, 1993; Serrano y Carreño, 1993, Yela García, 1996) así como algunos libros en mayor o menor medida dedicados a, o relacionados con el tema (Guasch, 1991; Ortiz, 1991). Además, se realizan seminarios, conferencias, cursos de doctorado, simposios, congresos y alguna tesis doctoral (Carreño, 1991; Yela García, 1995; Martínez Iñigo, 1997).



Recientemente, han surgido algunas obras en el ámbito de la divulgación científica, en áreas como la Biología, la Etnología, o la Antropología (Helen Fisher, Eduardo Punset, David Buss, Eibl-Eibesfeldt, Desmond Morris, Barash y Lipton…). Sin embargo, sólo ahora, en los primeros años del siglo XXI, se ha empezado a tratar el tema desde una perspectiva social (Ulrich Beck, Zigmunt Bauman, Pascal Bruckner, Erich Fromm, Anthony Giddens, entre otros).

 La mayor parte de los grandes teóricos occidentales ha escrito libros acerca de los sentimientos y las pasiones, pero han sido siempre considerados obras menores, poco menos que anécdotas dentro de la sesuda literatura científica y filosófica de estos grandes autores (Ortega y Gasset, Roland Barthes, Francesco Alberoni, entre otros).

En mi caso, lo que más me fascinaba del tema es como el amor de pareja siempre se ha tratado como un fenómeno afectivo que acontece en el interior de las personas, es decir, como un sentimiento individual y mágico difícil de explicar. Y sin embargo, son muchas las personas aquejadas de esta “enfermedad”, “intoxicación”, “borrachera”, o “dulce tormento”. El dinero que gastamos en terapeutas que nos ayuden a sobrellevar una ruptura amorosa, en abogados que tramiten una separación, en regalos cuando empezamos una relación, la cantidad de energía y tiempo que dedicamos al amor me hacía pensar que el amor es una construcción sociocultural, es decir, creada desde la cultura para conformar sociedades de gente que se une de dos en dos. y yo me preguntaba, y ¿por qué de dos en dos?, ¿y por qué han de ser de diferentes sexos?, ¿y por qué la mujer debe de ser de una manera y el hombre de otra?....


el libro sobre el amor, publicado en Febrero 2011.


Mi aparato teórico desde el cual enfocar este estudio está basado en mi admiración por la teoría del pensamiento complejo de Edgar Morín, que propone superar los dualismos con los que estamos acostumbrados a pensar. La vida no es blanco o negro, razón o emoción, hombres o mujeres, el bien o el mal, lo grande o lo pequeño. Leyendo sobre Einstein una aprende que todo es relativo según el punto de vista desde donde se mire, y que la realidad es mucho más rica que las etiquetas reduccionistas con las que tratamos de entender el mundo.

Me encantó leer a Sergio Manghi, que afirmaba que el estudio de las emociones humanas no se trata sólo de una tarea científica, sino también ético-política, “pues la persistencia, en nuestro tiempo, de hábitos perceptivos dualistas, que separan el corazón y la razón, el cuerpo y el espíritu, las emociones y la cognición, es una fuente permanente de sufrimientos, de prevaricaciones y de violencia”.

En el seno de este paradigma dualista que simplificaba el mundo en dos extremos opuestos, se consideró que el hombre representaba la Cultura (el raciocinio, la civilización, la Ciencia, la ley, el orden, la filosofía), y la mujer la Naturaleza (los sentimientos, lo irracional, lo salvaje, lo caótico, lo oscuro, lo incognoscible). Por eso los hombres, que  representan la civilización,  deben controlar la naturaleza, explotarla, domesticarla, utilizarla para sus necesidades. Y para eso se ha creado el romanticismo patriarcal, para que perpetúe esa desigualdad y ese control, y para que la gente se una en sistemas de mutua dependencia. 

Y es que el hecho de que las pasiones no hayan sido temas considerados dignos de estudio científico serio es un hecho íntimamente relacionado con la estructura patriarcal que ha subordinado a la mujer durante siglos. En esa actitud discriminadora y despreciativa hacia su figura se incluía todo lo que se consideraba femenino, como los sentimientos. Sólo en este siglo, la primacía de la mente y la razón sobre el cuerpo y las emociones ha dado paso al estudio de los sentimientos como parte constitutiva fundamental del ser humano.



Y gracias a ello, hoy me encuentro aquí escribiendo acerca del amor. Entiendo que es un tema que, por su complejidad y extensión, no se puede abarcar en su totalidad; pero sí que he pretendido demostrar que las emociones están mediadas culturalmente, y que están predeterminadas por la cultura en la que se incardinan (construidas a través del lenguaje, de los relatos, los símbolos, los mitos, los estereotipos, los ritos, y las creencias). El poder simbólico incide de forma poderosa, creo, no sólo en la nuestros sentimientos, sino también en la construcción de la realidad social, económica y política de las sociedades.

Dado que la cultura evoluciona a la par que los sistemas políticos y económicos, bien sosteniéndolos, bien transformándolos, considero que es necesario los productos ficcionales y las teorías filosóficas para entender cómo construimos la realidad, cómo la reificamos y cómo unas ideologías se imponen sobre otras (y a la vez coexisten).

El motivo por el que centré mi análisis sobre los mitos y las representaciones simbólicas del Amor es porque la mayor parte de nuestros productos culturales desde la Antigüedad hasta nuestros días se basan en las relaciones sexuales y amorosas entre los géneros: desde las cosmologías (como la griega, que se basa en las relaciones de amor y odio entre los dioses) hasta las series de ficción televisiva, pasando por la escultura, la pintura, la cerámica, la música, el baile, la narrativa oral, la poesía, los cuentos y leyendas, los folletines, las radio-novelas, las canciones, las novelas, las películas, la ópera, y todas las representaciones culturales que han tenido y tienen como tema central el amor y las pasiones.



Mi deseo era, mediante un proceso de crítica y deconstrucción, echar abajo ciertas ideas que se han dado por supuestas o como “naturales”: prejuicios, tabúes, mitos falsos y creencias subjetivas que han distorsionado el concepto de amor y que lo han devaluado durante siglos a la categoría de emoción irracional no susceptible de ser tratada e investigada.

Para mí es obvio que el amor no es sólo una fuente de productos culturales en forma de novelas o canciones, sino también un dispositivo político. Las relaciones humanas atravesadas por el poder, y ello hace que sean complicadas, conflictivas, dolorosas y también, enormemente gratificantes. Los seres humanos necesitamos a los otros para sobrevivir, porque los afectos forman parte de nuestra nutrición y son el eje a partir del cual desarrollamos nuestra vida en sociedad. A través de nuestros seres queridos aprendemos a hablar, a pensar, a vivir en sociedad y a asumir las normas morales, sociales, culturales y políticas. Rodeados de afectos o con una falta total de ellos construimos nuestra identidad y nuestra biografía, y nos reproducimos, sacando adelante y educando a nuevos miembros de la sociedad.



 mi libro sobre la construcción de las identidades, 
los feminismos, las masculinidades y el queer


La mayor parte de nuestras vivencias y recuerdos están implicados en las tramas emocionales y sentimentales que construimos en la interacción con nuestros semejantes y nuestro entorno. Nuestra felicidad, nuestro bienestar psíquico y emocional, nuestros sueños y anhelos, nuestras esperanzas y nuestra energía se desarrollan en torno a nuestras relaciones afectivas. Ellas son las que nos provocan dolor, tristeza, confusión, desgarro; también nuestras frustraciones, decepciones, preocupaciones y obsesiones están en su mayor parte determinadas por nuestros afectos.

De algún modo, siempre me ha parecido fundamental analizar y tratar de entender por qué las relaciones humanas son tan maravillosas y a la vez tan dolorosas. Creo que es a nivel microsocial como es posible entender la dimensión macrosocial de nuestra cultura; por eso analizar las relaciones entre los humanos puede ayudarnos a entender por qué las grandes estructuras políticas y económicas son tan desiguales, injustas y crueles. La complejidad emocional del ser humano es inmensa, a menudo contradictoria y cambiante, y tiene mucho que ver con la ética individual y el sistema moral colectivo, y por supuesto, con las jerarquías de poder. También con los recuerdos y las vivencias, los intereses, las motivaciones, los valores, las creencias y los modelos amorosos que nos ofrecen las industrias culturales.



Creo que es necesario tratar de comprender el complejo mundo de las emociones principalmente porque entender y analizar nuestras formas de relacionarnos puede ayudarnos a mejorar nuestro mundo. Es posible que las guerras, los conflictos humanos, la violencia cotidiana que inundan las cabeceras de los telediarios disminuyesen si lográsemos entender los mecanismos sociales y afectivos con los que los humanos nos relacionamos entre nosotros, bajo el trasfondo de las luchas de poder y del miedo.



El miedo forma parte de nuestras relaciones y de nuestra forma de entender y movernos en el mundo. Es un poder psíquico, un producto mental y a la vez un mecanismo biológico de carácter instintivo. También los animales sienten miedo, y en ocasiones se revela como un mecanismo de supervivencia fundamental ante los depredadores. En el caso del homo sapiens, con su capacidad de imaginar, el miedo se convierte en un monstruo que empobrece su vida en sociedad, porque a menudo  establecemos estrategias defensivas y de ataque. Los humanos tenemos miedo a los desastres naturales, pero también miedo al dolor y a la muerte, a la incertidumbre con respecto al futuro, miedo a perder seres queridos. Miedo a la soledad y a la locura, pero sobre todo miedo al otro, a lo desconocido, lo extraño, lo que se escapa a nuestro entendimiento. Miedo al poder del otro, al color de su piel, su idioma, su cultura, su religión.

Este miedo afecta especialmente a las relaciones entre hombres y mujeres por el ancestral temor hacia el género femenino desarrollado en las culturas patriarcales. La mayor parte de las relaciones entre los hombres y las mujeres han estado siempre basadas en el miedo al poder del otro, a la dominación física y psicológica. En este sentido, los hombres siempre han entendido la seducción femenina como estrategia simbólica de dominación por la vía de la sutil persuasión.

El miedo también tiene una clara conexión con el apego: todos tenemos miedo a perder a nuestros seres queridos, a que no se nos necesite o no se nos quiera. Nos apegamos a los objetos, las propiedades y las personas como si fueran “nuestras”, y además quisiéramos que ellas y los sentimientos que nos unen sean eternos e indestructibles. El ser humano sufre por la contingencia y trata de encontrar su centro y su estabilidad psíquica en las personas a las que ama o quiere; pero también siente un profundo anhelo de libertad. Miedo y libertad se tensan contradictoriamente, porque no nos es fácil lograr alcanzar un equilibrio entre la estabilidad y la aventura, la seguridad y el misterio. Los seres humanos lo queremos todo a la vez, lo queremos todo para siempre, y nos cansamos de todo también. La realidad monótona y rutinaria nos frustra, de modo que nos embarcamos en aventuras corriendo riesgos: quizás debido a esta contradicción entre libertad y necesidad de afecto, mitos y realidades, el sufrimiento parece inherente a la condición humana.

 Sin embargo, también es característico en nosotros la empatía, el altruismo, la generosidad, la entrega, el sacrificio personal, la solidaridad y la red extensa de afectos que establecemos con el resto, y gracias a la cual la supervivencia de la especie ha sido posible. El amor entendido como un todo es una fuerza poderosa que nos atrae y nos une los unos a los otros, ya sea en forma de amor filial (amor a la familia), de amistad (amores elegidos libremente, relaciones de apoyo y cooperación mutua que tenemos con personas con las que sin embargo no tenemos una relación erótica) o de amor pasional (el que se da entre dos o más personas y tiene carácter erótico).

El amor ha logrado que el ser humano cuide de sus semejantes más indefensos (ancianos, bebés, enfermos), y que la gente disfrute en la interacción con el resto. Las relaciones amorosas de pareja, además, son placenteras porque generan sentimientos positivos y porque es una fuerza creadora y constructiva que ilusiona a las personas y las anima a seguir viviendo, pese a la crueldad y precariedad a la que tiene que enfrentarse el ser humano a lo largo de su vida.

Además de estudiar las raíces del amor romántico en nuestra cultura occidental desde Grecia, pasando por el amor cortés del siglo XII y el Romanticismo del XIX, quise estudiar las relaciones amorosas en la actualidad, porque es la época histórica que me ha tocado vivir, y la que más me apasiona. En mi esfuerzo por entender por qué existe ese vacío social, por qué la gente ya no persigue metas colectivas, me centré en el análisis de lo que denominé la utopía emocional colectiva romántica de la Posmodernidad, porque entiendo que hoy el amor idealizado nos ofrece la salvación frente a la angustia existencial, el horror vacui, y la falta de sentido que impregna la realidad occidental.


El ser posmoderno es urbanita, se mueve en la sociedad del anonimato y sufre de angustia existencial, hambre de emociones y soledad. En este contexto posmoderno,  el romanticismo constituye una creación de sentido personalizado y colectivo, una promesa ideal de autorrealización, una meta para alcanzar otras metas, como la felicidad. Y es que la sociedad occidental ha perdido en gran parte su instinto de supervivencia para dar paso al de autodestrucción; de ahí la proliferación de las depresiones en el Primer Mundo, que visibilizan la angustia vital que sienten las personas una vez satisfechas sus necesidades básicas (alimento y un techo donde cobijarse). La sensación de alienación permanente que poseen los habitantes posmodernos se traduce en un anhelo de emociones placenteras e intensas que consumimos a través de los relatos. La necesidad de evasión y de entretenimiento se da en nuestra cultura en unas cantidades y dimensiones hasta hace poco desconocidas.

El amor romántico cubre estos anhelos del mismo modo que las drogas, la fiesta, o los deportes de riesgo, y además está conectado con lo sagrado: la totalidad, la fusión definitiva, el placer total, la eternidad (premisa fundamental de todo amor verdadero). Una de las ficciones más importantes que proyecta el amor idealizado es la del cese de ese doloroso sentimiento de soledad que nos acompaña a todos los seres humanos desde la caída de las grandes construcciones sociales como la religión o la clase social, y cualquier institución en la que antes nos podíamos sentir pertenecientes a una comunidad o grupo unido por cuestiones religiosas, económicas o políticas. Así, las representaciones simbólicas, con mitos como el de  la “media naranja” (de resonancias platónicas), nos anuncian el fin de la perpetua soledad a la que estamos condenados.

Estas utopías emocionales se acoplan al individualismo y al consumismo a la perfección, porque están basadas en la filosofía del sálvese quien pueda y el egoísmo a dúo, una expresión acuñada por H.D. Lawrence para explicar el estilo de vida basado en una forma de relación basada en la dependencia, la búsqueda de seguridad, la necesidad del otro, la renuncia a la interdependencia personal, la ausencia de libertad, celos, rutina, adscripción irreflexiva a las convenciones sociales, el enclaustramiento mutuo…

Este enclaustramiento en parejas propicia el conformismo, el viraje ideológico a posiciones conservadoras, la despolitización y el vaciamiento del espacio social, con notables consecuencias para las democracias occidentales y para la vida cotidiana de las personas. Con el triunfo del individualismo la democracia se encuentra en manos de los políticos, los empresarios y la Banca; la sociedad no es gestionada por una población adulta, sensibilizada, culta, comprometida y unida. Dejamos, irresponsablemente, en manos de unos pocos nuestro destino como especie, y por supuesto, coextensivamente, el del resto de los seres vivos de este planeta.



El individualismo como modo de vida ligado al consumismo conlleva también una potente sensación de soledad; es normal entonces que la gente quiera formar equipos, aunque sean solo de dos miembros, para hacer frente a un mundo cruel, jerárquico y desigual. En pareja la vida se hace más llevadera por la ayuda mutua que nos prestamos, pero no nos queremos ni imaginar cómo funcionaría un mundo en el que se practicase la solidaridad de grupos humanos frente a las grandes estructuras de poder, es decir, un mundo donde el amor fuese una praxis social cotidiana no centrada en un solo ser humano.

Evidentemente, a un sistema capitalista no le conviene una excesiva solidaridad entre las personas, ni facilitar la autorganización y autogestión de las comunidades; a causa de esta necesidad económica en televisión nunca se apela al amor de las personas por sus semejantes, por la totalidad humana, ni el amor hacia el propio planeta o el resto de sus habitantes. Más bien se le incita al consumismo que es una actividad solitaria o en pareja que ayuda al sostenimiento de la  economía capitalista.


Sólo se representan amores colectivos en televisión cuando se trata de un sentimiento social hacia  conceptos artificiales como “nación” o “patria”, o hacia algún objeto o persona determinada (como la religión cristiana o la musulmana, los partidos políticos y sus líderes, los grandes clubes de fútbol que aglutinan millones de seguidores, o las estrellas del rock o el cine). Por ello he creído importante exponer el reduccionismo interesado de la concepción del amor representada en las producciones culturales como algo que concierne exclusivamente a dos personas, o como mucho al núcleo familiar, excluyendo siempre al tercero, al otro, a los y las otras.



Y por ello os invito a sumergiros en los principales mitos del amor romántico para poder analizarlos, de-construirlos, desmontarlos. Poniendo al descubierto la distancia insalvable que hay entre la Realidad y las idealizaciones, podremos quizás construir relaciones más igualitarias, menos dolorosas y menos basadas en expectativas desmesuradas y condicionadas por lo que he denominado “el Romanticismo Patriarcal”, que está aún plagado de estereotipos y división de roles de género. Este amor patriarcal es, aún, un modelo plagado de promesas que en realidad sostienen una interdependencia entre los miembros de una pareja engalanado con los adornos románticos. 


El sistema amoroso occidental y su modelo de lo que debería ser que nos impiden construir relaciones basadas en la libertad antes que en la necesidad.

Y es que hay que dejar atrás el modelo patriarcal para poder abrir el campo amoroso y crear otras relaciones más ricas, complejas y libres, no sujetas a la heterosexualidad, la dualidad, la superioridad masculina, la monogamia femenina, la genitalidad o el adulterio. Aquí es donde toma cuerpo el lema sesentayochista: lo personal es político. Y es que es en las emociones donde se libra la gran batalla contra el patriarcado; una vez iniciada la lucha por la Igualdad política a través de las leyes y la economía, lo lógico es liberar al cuerpo, a las emociones y los sentimientos de estructuras rígidas y jerárquicas, y ponernos a inventar otras formas de amar…








(y al final, el resultado fue una tesis enorme de los que saqué dos libros;  encontré respuestas, pero me surgieron muchas más preguntas, más ganas de leer, experimentar, debatir, y seguir buscando)








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La construcción sociocultural del amor romántico






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